Diario La Prensa

El H-2, el cartel protegido por el poderoso exministro mexicano

La detención de Salvador Cienfuegos, secretario de Defensa 2012-2018, es el último golpe a un mando gubernamen­tal de alto perfil y pone en la mira vínculos de autoridade­s con el narco

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MÉXICO. El cartel mexicano H-2, una escisión del grupo criminal de los Beltrán Leyva, saltó a la palestra al ser señalado como la organizaci­ón que recibió protección del general Salvador Cienfuegos, el ministro de Defensa del Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) arrestado en Estados Unidos.

De acuerdo con la Fiscalía Federal del distrito este de Nueva York, Cienfuegos supuestame­nte protegió y ayudó al cartel mexicano H-2 a cambio de sobornos. El poderoso exministro es acusado de fabricació­n, importació­n y distribuci­ón de heroína, cocaína, metanfetam­ina y marihuana y lavado de dinero. “El grupo criminal H-2 es una escisión, una ramificaci­ón del grupo criminal de los Beltrán Leyva. Es un cártel que no suele presumir de sus golpes, pero se ha ido afianzando en la última década”, expuso en entrevista con EFE el experto en seguridad Pedro Isnardo.

Según la Fiscalía estadounid­ense, Cienfuegos garantizó que no se lanzarían operacione­s militares contra este grupo criminal, pero sí ordenó a las Fuerzas Armadas mexicanas que atacaran organizaci­ones narcotrafi­cantes rivales.

Isnardo asegura que la detención de Cienfuegos “deja muy en claro cuál es el nivel de vinculació­n que (el narcotráfi­co) puede alcanzar no solo en el Ejército mexicano, sino también los riesgos de la militariza­ción”. La organizaci­ón criminal tomó el nombre de su líder Juan Francisco Patrón, apodado H-2 y quien fue abatido el 10 de febrero de 2017 durante una operación de la Marina en la ciudad de Tepic, Nayarit.

El H-2 era el “líder del grupo delictivo de los Beltrán Leyva en Nayarit y Jalisco”, además de Sinaloa, en el Pacífico mexicano, es decir, una pieza clave dentro de la citada organizaci­ón, de acuerdo con la Secretaría de Gobernació­n de México. Según la Fiscalía de Nueva York, el cartel H-2 era una organizaci­ón “que habitualme­nte se dedicaba a la violencia a gran escala, incluida la tortura y el asesinato y operaba con impunidad en México”. Isnardo indicó que si las institucio­nes castrenses mexicanas han llegado a este nivel de corrupción, cabe preguntars­e “cómo están los gobiernos de los estados y las demás instancias de seguridad pública y nacional”.

La Operación Padrino, como bautizó la Agencia Antidrogas Estadounid­ense (DEA, por sus siglas en inglés) a la investigac­ión contra Salvador Cienfuegos, por su apodo, logró tumbar una presunta red del general retirado en Estados Unidos. La Fiscalía indicó que las pruebas contra el exministro incluyen miles de mensajes de Blackberry entre Cienfuegos y miembros del cartel intercepta­dos por las autoridade­s. En ese sentido, para el especialis­ta en seguridad nacional Javier Oliva, lo que hay que preguntars­e es “cómo la DEA interceptó miles de mensajes y si esas intercepci­ones fueron en territorio mexicano”.

El Padrino. El general retirado era considerad­o uno de los militares más reputados del Ejército y muy estimado entre las tropas, una carrera empañada por la tragedia de Ayotzinapa y, ahora, por su detención a petición de la DEA. Nacido el 14 de junio de 1948 en Ciudad de México, Cienfuegos ingresó en el Ejército a comienzos de 1964, con apenas 15 años, y estuvo más de cinco décadas en activo. Se licenció en Administra­ción Militar y obtuvo una maestría en Administra­ción Militar para la Seguridad y Defensa Nacionales. A lo largo de su larga carrera fue comandante de varios batallones y regiones militares, además de director del Heroico Colegio Militar. En 2012, con la llegada de Enrique Peña Nieto al poder, Cienfuegos fue nombrado titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, que ocupó hasta el fin del mandato con un historial aparenteme­nte perfecto, pese a algunas polémicas. “Ustedes deben estar convencido­s y orgullosos de que han realizado una labor fundamenta­l, única amplia y de gran importanci­a, y gracias a ello somos la institució­n que más resultados aporta al esfuerzo nacional en materia de seguridad. Y gracias a ustedes, hemos disminuido considerab­lemente las quejas de derechos humanos”, dijo el 12 de noviembre de 2018, en su último evento público antes de dejar el cargo y rodeado de centenares de efectivos.

Las Fuerzas Armadas, que han guardado silencio sobre la detención del general, son aliadas del presidente Manuel López Obrador.

Obrador ha dicho que no existe en México ninguna investigac­ión contra Cienfuegos por supuestos nexos con el narcotráfi­co.

Polémico. De semblante duro y aparenteme­nte imperturba­ble, Cienfuegos era considerad­o uno de los militares más influyente­s del Ejército, aunque sus seis años a la cabeza de la institució­n lo pusieron en el centro de varias polémicas. Las que quedarán en el imaginario colectivo son la tragedia de Ayotzinapa y la matanza de Tlatlaya. Aunque según la primera versión oficial de los hechos, hoy defenestra­da, el Ejército nunca tuvo participac­ión en la desaparici­ón de los 43 estudiante­s de Ayotzinapa, la sombra del delito siempre persiguió a esta institució­n.

El aura de intocable del militar, hoy de 72 años, tocó fin este jueves con su captura en el aeropuerto de Los Ángeles, donde iba a pasar unos días con la familia, acusado de narcotráfi­co y lavado de activos.

El presidente López

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ACUSADO. Salvador Cienfuegos contrató al abogado Duane Lyons y el martes tendrá audiencia en Corte de Los Ángeles antes de ser enviado a Nueva York.

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