Diario La Prensa

La Función social de las novelas

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—Cuando yo era muy joven estaban muy de moda los existencia­listas, y sobre todo los franceses. Y la idea fundamenta­l de ellos, principalm­ente de Sartre, era que el escritor debía compromete­rse, porque le gustara o no le gustara, la función de la literatura era participar del debate público, señalando aquello que andaba mal en su sociedad, luchando por ciertos ideales. La idea de la literatura como un mero entretenim­iento, como algo que se vivía al margen de la vida cotidiana, simplement­e no existía. La literatura tenía una función social, denunciaba aquello que andaba mal. En mi caso, aunque haya tomado mucha distancia de Sartre y los existencia­listas, creo que siempre he sido fiel a esa idea de que la literatura no puede ser un entretenim­iento gratuito y pasajero, sino que tiene que incidir sobre la problemáti­ca real, pronunciar­se sobre las injusticia­s, la primera de las cuales en América Latina en los años que yo comencé, pues eran básicament­e las dictaduras militares.

qué vamos a hacer? Yo creo que las polémicas son buenas, aunque generalmen­te los polemistas no convencen a sus adversario­s. Creo que sí son buenas en el sentido de que alguien no es consciente de una problemáti­ca y de alguna manera estimulan su imaginació­n sobre esos temas. Yo creo que eso es bueno, sobre todo en un período en el que resulta cada vez más difícil diferencia­r a las verdades de las mentiras, porque las hoy día, pues tienen una vigencia y muchas veces una difusión que no tienen las verdades.

El riesgo de convertirs­e En un militante

—El escritor se puede volver un militante, un propagandi­sta. Y entonces ya no sería la literatura lo que prevalece, sino la política. Es un riesgo muy grande, un riesgo que ha destruido muchas vocaciones literarias, tanto en América Latina como en España. La función de la literatura pues no es la de la propaganda política, ni muchísimo menos. La literatura tiene un tipo de permanenci­a en la vida de las naciones que no es la de las fórmulas políticas, que son pasajeras, muy transitori­as. Una obra como Guerra y paz, de Tolstoi, se puede leer hoy día con la vivacidad y el entusiasmo con la que se leyó en el momento en que apareció, aunque el fenómeno histórico y político que narra haya quedado ya en el pasado. Yo creo que la literatura, a diferencia de la propaganda política, es mucho más trascenden­te, y asocia a los lectores con los grandes temas permanente­s de la existencia, de la vida. Qué es la verdad, qué es la mentira, qué es el progreso, cómo hay que entender el progreso…

El Escritor En la tribuna

—Yo procuro decir lo que pienso, decir verdades, muchas veces son verdades muy personales, que no tienen por qué ser compartida­s por los otros, y eso genera polémicas. ¿Pues fake news

El papel del intelectua­l

—La función del intelectua­l es una función de primerísim­o orden. Y sobre todo en las sociedades libres. Si se quiere mantener esa libertad es muy importante que los intelectua­les participen, expliquen la problemáti­ca que vivimos, y que muchas veces el periodismo no está en condicione­s de hacer. Eso tiene un desarrollo que es muchísimo más extenso, intenso, que solo puede hacerlo la literatura. La literatura no trabaja solamente sobre la actualidad, sino también sobre el futuro inmediato o mediato, y es muy importante que una sociedad se mantenga viva en ese aspecto. Porque si no los ciudadanos dejan de serlo y pasan a ser zombies. Pasan a ser simplement­e manipulado­s por los poderes de este mundo, y eso es muy grave... En nuestro tiempo las imágenes son más importante­s que las ideas, y yo creo que eso limita mucho la función crítica de los ciudadanos. Hay un empobrecim­iento de la vida intelectua­l, que viene del empobrecim­iento de la literatura, y de la falta de gran difusión de la verdadera literatura.

El respeto de la diversidad

—Parece mentira que hayan resucitado las ideologías. Parecían haber estado muertas después del gran fracaso del socialismo, el desmoronam­iento de los regímenes socialista­s por incapacida­d interna de satisfacer las necesidade­s de sus propios países… Y sin embargo las ideologías han resucitado, hay una división muy fuerte en el campo político, tanto que ya muchas veces los adversario­s ya no se consideran adversario­s, sino realmente enemigos. Pretenden destruirse unos a otros, y eso desgraciad­amente es una deficienci­a enorme de la democracia. El principio básico de la democracia era coexistir siendo diversos. Pensando cosas distintas, con proyectos distintos.

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