Servicios remotos
En esta actividad se compite en condiciones de igualdad con personas en todas partes del mundo. Con un acceso razonable a la red electrónica, el trabajo se puede hacer desde cualquier parte. Esto magnifica la ventaja comparativa que podemos tener, tanto por los costos más bajos (compitiendo con países más desarrollados), como las ventajas educativas (conocimiento de inglés) o culturales que tenemos respecto a nuestros competidores en el otro hemisferio.
Para lograr potenciar este desarrollo hay que identificar la oportunidad. Cada persona puede ser vendedora independiente de sus propios servicios remotos, y nuestras empresas también pueden tercerizar el servicio de forma directa. Hay que prepararse en el área de las telecomunicaciones y las peculiaridades del trabajo digital. El sector educativo tiene mucho que contribuir a esto, especialmente a nivel universitario.
Las empresas que proveen servicios de comunicaciones, bancarios, inmobiliarios y otros deben ir preparando productos para atender tanto a las personas individuales como empresas que se dediquen a esto. Por ejemplo, bancarizar los beneficios futuros de contratos, preparar más oficinas con servicios compartidos, y planes de telecomunicaciones adaptables.
El Estado debe enfocarse en reducir trabas, ya que el sector no requiere programas ni beneficios especiales. Para los individuos no debe haber restricción de trámites para poder operar, ya que la facturación es internacional. Esto exceptúa lo tributario, que no se puede obviar para evitar la defraudación fiscal, haciendo una retención, deducible de una declaración de renta. Para las empresas, una conexión internacional de telecomunicaciones no debe requerir permisos; cualquiera debe tener libre acceso a la red.