Ética médica
"el bienestar del paciente ante todo, esa fue la motivación original de la profesión, esa debería ser la inspiración siempre"
Recién tuve el honor de moderar la asignatura de ética médica a los alumnos del primer año de la Especialidad de Cirugía que se imparte en el Hospital Mario C. Rivas de esta ciudad. Tema difícil porque tiene que ver con el comportamiento humano y los valores en los tiempos actuales.
Hace 35 años cuando me incorporé a la práctica de esta profesión las cosas eran más fáciles en este aspecto.
A lo largo de la historia de la práctica de la Medicina, el médico ha tenido mucha independencia en la interpretación y aplicación de este concepto.
Durante mucho tiempo, el médico estaba por encima de cualquier juicio y su palabra era indiscutible. En la actualidad eso ha cambiado. Las leyes de cada país, las religiones y los derechos humanos han limitado su autonomía.
La ética médica regula la moralidad en la práctica de la Medicina. La moralidad no es exclusiva de esta profesión. Es la dimensión de los valores en el comportamiento y toma de decisiones en cualquier actividad. Pero la ética es algo que el ser humano trae de nacimiento y se moldea en el hogar. Forma parte de una verdad única de que el hombre en esencia es bueno, y que sabe la diferencia entre el bien y el mal.
No debería ser difícil ser un médico ético. Nada más le bastaría ser decente, compasivo, y solidario. Tener claro que trabaja con personas afligidas y preocupadas por su salud y ofrecerles siempre lo mejor de sí como persona y como profesional.
Pero el médico es humano y en ocasiones se deja llevar por sus necesidades personales y allí es cuando enfrenta su dualidad. Lastimosamente los médicos estudiaron la carrera para vivir de ella y es su manera de ganar su sustento. Y la combinación de su personalidad con sus necesidades en ocasiones determinarán su accionar.
Por eso, a pesar que se espera que el médico sea buena persona y actúe correctamente siempre, la evolución de las sociedades ha determinado la necesidad de reglamentar la ejecutoria moral de la profesión más humana.
El bienestar del paciente ante todo. Esa fue la motivación original de la profesión, esa debería ser la inspiración siempre. Nada ni nadie debe abstraerlo de ese propósito. El juramento hipocrático dice “no dañar” y “hacer el bien”.
Ese fue mi mensaje esa noche a ese grupo de jóvenes médicos. Simple y claro.
Fue un placer compartir con ellos.