Diario La Prensa

ETA golpea a Honduras

- Héctor Rodolfo Montoya hector.montoya@laprensa.hn ÓSCAR SABILLÓN PAZ

ILAMA, SANTA BÁRBARA. Una hora bastó para que la quebrada Matacaball­os destruyera la mitad de la aldea San José de Oriente, dejando seis muertos a su paso.

Al entrar a la comunidad es impactante ver cómo quedaron los escombros de las casas bajo las inmensas rocas que arrastró la corriente de la embravecid­a quebrada.

Los vecinos relataron que fueron dos embestidas en menos de una hora que arrasaron con la aldea. La magnitud del agua era tal que se hicieron tres cauces. Uno de los cauces se formó en la calle principal de la aldea, que fue el que más se ensañó con los pobladores.

En esa calle estaba la casa en la que vivían las hermanitas Dasne Sabillón (de 6 años) y Sharon Sabillón (de 4) con su abuelo Óscar Sabillón Paz y su tía Andrea Sabillón, quienes murieron al ser arrastrado­s por la corriente de agua. Las otras dos víctimas son Maritza Oseguera y su hijo, de apenas un mes de nacido. A las 11:00 pm del miércoles se dio el primer aviso del desbordami­ento de la quebrada al empezar a arrastrar rocas, lo que hizo que algunos vecinos se alertaran y se salieran de sus viviendas para ponerse a salvo.

A esa hora se vino el primer embate del agua, que traía a su paso las rocas que junto a la turbulenci­a de la corriente iban destruyend­o las casas. Una hora después se vino el segundo embate, siempre con rocas e inmensos árboles, que siguieron con el paso destructiv­o. Rogelio Sabillón Paz, tío del papá de las dos niñas muertas, relató que como a las 10:00 pm del martes 4 de noviembre cerraron su pulpería con su esposa y una media hora después “ella (su esposa) abrió la ventana y me dijo que se oía gran ruido en la carretera, y yo salí a ver y le dije: ‘miré el agua en la carretera, se desbordó la quebrada’”. “Después de subir unas cosas

ANDREA SABILLÓN en un mesón le dije a mi esposa que alistara unas cositas y ya el agua se estrellaba en las paredes de la casa y en la pila”, recordó Sabillón, quien es un militar retirado. Salió con su niña en brazos y con su esposa abrazada y “cuando miré que el chiflón de agua nos dominaba fuerte solo dije: ‘Dios mío, dame una luz y fuerza’, y como pudimos salimos de la casa y le dije a unos vecinos que me tiraran dos lazos y solo me dieron uno”. Amarró el lazo en la base del portón del cerco y se lo templaron y les dijo que se vinieran tres en línea y que lo fueran a encontrar, y “me colgué la niña y me pescaron ellos y logre sacar a mi hija”. Cuando quiso sacar a su esposa, la corriente la arrastró unos 15 metros y uno de los vecinos se tiró al agua y la rescató de la muerte. “Dios nos salvó porque ya estábamos cheques. Mi sobrino no pudo salvar a sus hijas, ni a su papá ni a su hermana, ya que el agua y las piedras chocaron de frente y la casa explotó”, contó don Rogelio.

La esposa de su hermano por suerte quedó enredada en unos alambres a unos 15 metros de la vivienda y la fueron a rescatar los vecinos con unos focos. Los moradores también rescataron al papá de las niñas casi inconscien­te.

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