Diario La Prensa

Género y sexo

- Cándido Alvarado hr2cma@gmail.com

Cuando escuchamos “violencia de género” de inmediato pensamos en un hombre que maltrata a una mujer; nadie piensa en lo contrario, que sea ella quien lesiona la integridad física o moral de su compañero sentimenta­l. Cuando se habla de femenino nos referimos al rasgo inherente de las voces que designan personas del sexo femenino, algunos animales hembras y, convencion­almente, seres inanimados. Lo inverso es cuando hay referencia de masculino. Género y sexo son categorías diferentes. Sexo es la condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas. El género es un hecho gramatical, no biológico, prueba de ello es que además del masculino y femenino, hay género común: el testigo-la testigo, el miembro-la miembro; también hay género neutro: el ciclista, la ciclista. El masculino es una forma no marcada e inclusiva; al decir que “los médicos no han recibido sus pagos” nos estamos refiriendo a médicos y médicas. En cambio, el femenino se marca y es excluyente: “Las enfermeras son más atentas”, aquí hay una claridad que apunta a la separación de las mujeres con los varones. A propósito, existe la Asociación Nacional de Enfermeras y Enfermeros Auxiliares de Honduras, gremial que en principio no incluía “enfermeros”; pero por aquello de la inclusión habría sido correcto “Asociación Nacional de Enfermeros Auxiliares de Honduras”.

Gramatical­mente, si en un grupo de abogadas también está un abogado, se habla de “abogados” (Colegio de Abogados de Honduras). Si nos ubicamos en esta idea, entonces aquí no cabría el género neutro: “o es hombre o es mujer”, no hay un tercer género biológico porque tampoco hay tercer sexo. Lo que sí está claro es que la violencia de género gramatical­mente no dice nada; en todo caso sería violencia doméstica, pues se puede presentar entre ambos sexos donde uno o ambos son flagelados.

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