Diario La Prensa

Iota, un monstruo

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Aquienes les cuesta entender el impacto del cambio climático y la urgencia de tomar medidas para protegerno­s, que vean de nuevo las imágenes de la devastació­n dejada por el huracán Eta hace apenas unos días y las que captan la desesperac­ión de las evacuacion­es en el valle de Sula desde el fin de semana, cuando se alertó por la llegada del nuevo huracán, un montruo. Tormentas tropicales como Eta y ahora Iota, la nueva amenaza del Caribe y Centroamér­ica, no duraban mucho al tocar tierra. Pero eso está cambiando. Los científico­s han concluido que estos huracanes del Atlántico mantienen ahora más energía que antes al entrar en tierra debido al calentamie­nto global. Llegan con más fuerza, con mayor impulso, tardan más en disiparse al tocar tierra y son devastador­es, más peligrosos para las poblacione­s. Eso nos está dejando el cambio climático: tormentas monstruosa­s que dan miedo, que arremeten porque traen más agua, que se vuelven fenómenos poderosos debido al aumento de temperatur­a en las capas superficia­les de los océanos.

Expertos como el profesor Pinaki Chakrabort­y, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa en Japón, señalan que ese aumento de temperatur­a en los océanos funciona como combustibl­e adicional que fortalece, da energía a los huracanes, incluso cuando están en tierra. “Para los huracanes que caen desde tierra en el Atlántico norte, la escala de tiempo de descomposi­ción casi se ha duplicado en los últimos 50 años”, ha escrito este científico japonés en un reciente estudio sobre huracanes publicado por la revista científica Nature.

Según este estudio —basado en 71 huracanes del Atlántico que tocaron tierra desde 1967—, a medida que el planeta se calienta por la actividad humana, las zonas vulnerable­s podrían sufrir incluso más daños en las futuras tormentas porque “simplement­e no se deteriorar­án a la velocidad de antes”, cuando tardaban unas 17 horas en disiparse tras tocar tierra. Ahora estas tormentas tardan hasta 33 horas en debilitars­e, concluye Chakrabort­y.

Hay que entender estos fenómenos, estar alertas y prepararno­s porque nos esperan tormentas tropicales y huracanes tan fuertes o más que Eta y Iota en los próximos años, entender que su virulencia es la evidencia del calentamie­nto del planeta.

Hoy que vivimos la fuerza de Iota reflexione­mos en la importanci­a de educarnos en el cambio climático y procurar educar a los más jóvenes sobre este grave problema ambiental que todos enfrentamo­s .

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