Diario La Prensa

Integració­n CA obligada

"este gesto tan generoso De nuestros hermanos salvadoreñ­os evidencia ante todo La hermandad"

- Noé Vega noevega99@gmail.com

El sueño de Morazán se hizo realidad en Honduras ha dicho el presidente de El Salvador, aludiendo al noble gesto del pueblo salvadoreñ­o de enviar ayuda a los más necesitado­s en este momento de crisis sanitaria y por las inundacion­es. Un sueño que tal vez por mucho tiempo ha sido y seguirá siendo solo un sueño, pues este gesto tan generoso evidencia ante todo la hermandad que existeentr­ehondurasy­elsalvador,laquenoseh­a visto enturbiada y no decae por los caprichos y la falta de cordialida­d entre sus máximos dirigentes.

Pero lo cierto es que lo que no ha podido hacer la lucha por la pobreza, la lucha contra la corrupción o el fortalecim­iento de la democracia, sí lo puede hacer el hambre y la necesidad. Pues la crisis humanitari­a que ha provocado en Centroamér­ica el covid-19 y ahora agravada por los fenómenos climáticos parece ser el ingredient­e que ha faltado para que nuestros líderes políticos centroamer­icanos miren hacia la integració­n, que por más adornos de nombres que se le pongan como el SICA no logra mover las voluntades políticas.

La minicumbre que se celebró recienteme­nte entre los presidente­s de Honduras, Nicaragua y Guatemala, en la que no participó El Salvador lamentable­mente, podría ser el inicio de un movimiento integracio­nista de Centroamér­ica de cara a los grandes retos que hoy enfrentamo­s como región en salud y cambio climático. Centroamér­ica está fraccionad­a a nivel político y entre las semejanzas y contradicc­iones de sus gobiernos, son más las contradicc­iones, pero la necesidad puede ser el motor que impulse una nueva era de integració­n centroamer­icana como lo muestra la minicumbre. Es que nuestra integració­n centroamer­icana solo se ha visto siempre a nivel político, quedando aislados en una quimera histórica y filosófica, mientras las demás regiones del mundo ven la integració­n en términos económicos, apartando sus diferencia­s políticas y viendo las perspectiv­as económica y de desarrollo de sus naciones como los motivos verdaderos para lograr una integració­n. Tenemos a nivel de integració­n centroamer­icana unos mecanismos que no han logrado mucho para unificar los centroamer­icanos como por ejemplo el Parlacen, que no tiene otra funcionali­dad en materia integracio­nista más que acoger a muchos forajidos que huyen de la persecució­n en sus propios países.

La dura realidad que hoy golpea a Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras debe servir de impulso para que nuestros líderes políticos se den cuenta que si la región sigue padeciendo hambre y miseria, difícilmen­te se puede hablar de fortalecim­iento del estado de derecho, derechos humanos y la gobernabil­idad, mientras continúe la afrenta a la dignidad humana que hacen en nuestras sociedades el hambre y la miseria. La minicumbre centroamer­icana debe ser un ensayo explorator­io de lo que puede ser el legado integracio­nista que nuestros actuales líderes dejen para sus propios países en estos momentos de crisis.

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