Diego Maradona
Diego Armando Maradona ha muerto. Se fue en el minuto 60 de su vida, aún quedaban restos del segundo tiempo, pero se marchó dejando un legado deportivo sin parangón en la historia del balompié.
Fuera de la cancha su vida estuvo marcada por tormentas y crisis, consecuencia de sus propias decisiones erradas, y otras por su entorno personal que no supo cuidar de los excesos del astro argentino.
Pero dentro de la cancha, el Pibe de Oro dejaba su capa de debilidades humanas y se vestía con la camiseta diez que lo transformaba en un tipo fuera de lo normal con el balón en su pierna izquierda.
Lo que fue Van Gogh para la pintura lo fue Diego para darles color a los grises días de agitados aficionados que abrían los ojos de asombro por las pinceladas que dejaban atrás a los más fieros defensores del mundo.
Lo que fue García Márquez para la literatura lo fue Armando para escribir con letras doradas su juego que marcó un antes y un después en la historia del futbol; fue capaz de trascender culturas con el talento extraordinario que contenía en su pequeño cuerpo. Lo que fue Vivaldi para la música lo fue Maradona para hacer sinfonías y conciertos interminables que lideraba con auténtica maestría sobre el césped de los grandes estadios del mundo. Muere Diego, muere el fútbol, el balón se retira, la cancha es agreste, la grada vacía llora… Maradona ha muerto, su legado perdura.