Diario La Prensa

Paz en diciembre

- Noé Vega noevega99@gmail.com

Los hondureños tenemos que recurrir en este último mes del año a palabras interiores que nos produzcan esos bienes que no se pueden tocar, esos bienes que son inestimabl­es, pero que al final de cuentas son los que más importan. Porque de las palabras exteriores hemos tenido suficiente. Quién no teme ante todo el cúmulo de palabras que han sido nuestro pan diario en 2020; covid 19, epidemias, depresione­s tropicales, huracanes y crisis son palabras que nos han angustiado durante este tormentoso año 2020.

Pero también hay otras palabras, palabras interiores que nos sirven para atenuar al final del año todas estas angustias vividas, porque el diciembre de este año no será nada común, si contamos hacia atrás, todos los hondureños tendríamos que reconocer que decir atípico al año 2020 no resume todo lo que nos pasó. Porque todos hemos sufrido, si no en carne propia, lo hemos hecho por los amigos, por los familiares, por los conocidos; pero frente al dolor de los demás, todos los hondureños hemos sufrido, hemos llorado y ahora queremos sonreír un poco. Por eso esta Navidad no puede ser tampoco igual para nosotros como personas que a través de las dificultad­es crecemos en carácter, no podemos dejarnos llevar como todos los años por el consumismo para los que tienen la posibilida­d, y menos aún, para los que no la tienen, el consumismo debe quedar rezagado en este final de año.

Sabemos que entre lo profano y lo divino de los diciembres se impone lo primero. Es el afán de las compras, de los platillos y las tradicione­s culinarias más ancestrale­s lo que al final les pone saber a nuestras navidades. Pero ahora necesitamo­s de esas palabras interiores como paz, pues fue paz, precisamen­te loquee la nuncio divino le dio a conocer al mundo conl avenida del Redentor. Quién no necesita paz, quién no necesita sentir que al menos en su mundo interior hay calma, en medio de un mundo convulso, quién no necesita luz, pero una luz interior que le traiga esperanza y consuelo en medio de un mundo lleno de obscuridad.

Tenemos que pensar en esas palabras interiores como amor y dedicación, que tal vez no sustituyan las de juguetes y regalos, pero que nos demuestran que el mejor juguete para los hijos y el mejor regalo de los padres para con ellos es el tiempo que les pueden dedicar, que los mejores momentos no se viven porque se tenga todo lo que se quiere, sino porque se tiene todo lo que se necesita. Que una casa no garantiza felicidad porque tenga todo lo superfluo que compra el dinero, sino porque en ella se encuentra todo lo que se necesita.

Que en este final de año que todos sabemos ya cuánto cayó la economía, que suba el amor, que en este final de año que sabemos que los ingresos son ínfimos o inexistent­es para miles de hondureños, abunden la paz y la reconcilia­ción entre todos los hermanos hondureños. Que experiment­emos que lo poco se convierte en mucho cuando se comparte, que lo mejor que tenemos al final de este año es a quienes amamos, sin importar si lo material se ha ido, pues lo más importante todavía está, está la paz y está el amor.

"PORQUE TODOS HEMOS SUFRIDO, SI NO EN CARNE PROPIA, LO HEMOS HECHO POR LOS AMIGOS, POR LOS FAMILIARES, POR LOS CONOCIDOS, PERO FRENTE AL DOLOR DE LOS DEMÁS".

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