Fútbol y optimismo
"Y es que la política en vez de arte Y ciencia al servicio de la democracia se ha transformado en una pasarela en donde desfilan los que gozan de popularidad".
Algunos creen que he caído en el pesimismo, y que debo ver lo positivo, fundamentalmente, en los cambios que se han operado. En el Congreso Nacional ahora hay más presencia de mujeres y de otros grupos representativos. Al principio en él participaban clérigos, militares y abogados. Después llegaron los doctores, los profesores y los ganaderos. Los liberales les abrieron la puerta a los dirigentes sindicales. Y en los últimos tiempos se han retirado los militares y los profesores – el último fue Pineda Ponce, me parece- y su lugar lo ocuparon los deportistas, los locutores de programas populares y los cantantes de música pegajosa. Es decir, que ahora el Congreso es más corporativo, olvidando que lo corporativo está más cerca del fascismo que de la democracia. Y es que la política en vez de arte y ciencia al servicio de la democracia se ha transformado en una pasarela en donde desfilan los que gozan de popularidad. No se exigen competencias; aunque, así como ocurre con la belleza, no siempre coincide con la inteligencia y la capacidad para legislar porque el Congreso es una entidad para legislar, vigilar y evaluar al Poder Judicial y al Poder Ejecutivo. Esto, de conformidad con la teoría democrática y el buen Gobierno.
De repente, la visión pesimista que me señalan es que juzgo las cosas en función de resultados. Los congresos del pasado estaban integrados por personalidades más serias, con visiones del país y con enorme capacidad para legislar. Esta semana leí el dictamen para el ascenso de los oficiales superiores y en el mismo no se mencionan sus nombres, en cambio, repite en tres considerandos el nombre de JOH, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Y también que haya diputados que no se note su ausencia y que, incluso, ahora en esta etapa virtual no concurren a las citas, y cuando lo hacen es poco lo que aportan. Si se hiciera un análisis, se encontraría que hay algunos que, aunque asisten, sus participaciones son inexistentes, o poco oportunas para el devenir del país.
Los entrenadores de fútbol no han dado nada al Congreso, tampoco los jugadores. Incluso, el comportamiento de Jaime Villegas que además de jugador de pelota, como decía mi padre, es universitario y, sin embargo, parece perdido, y como no honra el cargo expone ideas inconsecuentes,másenobedienciadeórdenessuperiores que en el ejercicio de una lúcida conciencia de hombre libre, obediente de sus representados, característica de un diputado democrático. Joche Villanueva, el Alero, por el contrario, no se ha hecho notar. Así como Shirley Arriaga que ha tenido un desempeño muy discreto. Incluso, hay algunas personas que creen que la mitad de los diputados serían suficientes y que los suplentes son innecesarios.
Mi padre se oponía a que jugara a la pelota. Decía que me ganaría la vida con la cabeza y no con los pies. De repente apreció que carecía de virtudes deportivas. Pero se equivocó. Ahora en el Congreso, Wilmer Velásquez, por ejemplo, es una figura más sobresaliente que todos los intelectuales, porque atrae los votos de los seguidores del Olimpia. A Milton Núñez se lo disputan para que integre planillas diputadiles. En tanto que los profesores que dejaron el apostolado para tornarse obreros para después integrarse a la política siguiendo a Zelaya, muy pocos los buscan para ocupar una curul en el Congreso. De repente, no es pesimismo el mío, sino que estoy fuera de tiempo. Y no acepto que el futuro está en manos de esta gente nueva que aunque saben poco son populares. Y que esto es lo que importa al final de cuentas.