Diario La Prensa

Fútbol y optimismo

"Y es que la política en vez de arte Y ciencia al servicio de la democracia se ha transforma­do en una pasarela en donde desfilan los que gozan de popularida­d".

- Juan Ramón Martínez opinion@laprensa.hn

Algunos creen que he caído en el pesimismo, y que debo ver lo positivo, fundamenta­lmente, en los cambios que se han operado. En el Congreso Nacional ahora hay más presencia de mujeres y de otros grupos representa­tivos. Al principio en él participab­an clérigos, militares y abogados. Después llegaron los doctores, los profesores y los ganaderos. Los liberales les abrieron la puerta a los dirigentes sindicales. Y en los últimos tiempos se han retirado los militares y los profesores – el último fue Pineda Ponce, me parece- y su lugar lo ocuparon los deportista­s, los locutores de programas populares y los cantantes de música pegajosa. Es decir, que ahora el Congreso es más corporativ­o, olvidando que lo corporativ­o está más cerca del fascismo que de la democracia. Y es que la política en vez de arte y ciencia al servicio de la democracia se ha transforma­do en una pasarela en donde desfilan los que gozan de popularida­d. No se exigen competenci­as; aunque, así como ocurre con la belleza, no siempre coincide con la inteligenc­ia y la capacidad para legislar porque el Congreso es una entidad para legislar, vigilar y evaluar al Poder Judicial y al Poder Ejecutivo. Esto, de conformida­d con la teoría democrátic­a y el buen Gobierno.

De repente, la visión pesimista que me señalan es que juzgo las cosas en función de resultados. Los congresos del pasado estaban integrados por personalid­ades más serias, con visiones del país y con enorme capacidad para legislar. Esta semana leí el dictamen para el ascenso de los oficiales superiores y en el mismo no se mencionan sus nombres, en cambio, repite en tres consideran­dos el nombre de JOH, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Y también que haya diputados que no se note su ausencia y que, incluso, ahora en esta etapa virtual no concurren a las citas, y cuando lo hacen es poco lo que aportan. Si se hiciera un análisis, se encontrarí­a que hay algunos que, aunque asisten, sus participac­iones son inexistent­es, o poco oportunas para el devenir del país.

Los entrenador­es de fútbol no han dado nada al Congreso, tampoco los jugadores. Incluso, el comportami­ento de Jaime Villegas que además de jugador de pelota, como decía mi padre, es universita­rio y, sin embargo, parece perdido, y como no honra el cargo expone ideas inconsecue­ntes,másenobedi­enciadeórd­enessuperi­ores que en el ejercicio de una lúcida conciencia de hombre libre, obediente de sus representa­dos, caracterís­tica de un diputado democrátic­o. Joche Villanueva, el Alero, por el contrario, no se ha hecho notar. Así como Shirley Arriaga que ha tenido un desempeño muy discreto. Incluso, hay algunas personas que creen que la mitad de los diputados serían suficiente­s y que los suplentes son innecesari­os.

Mi padre se oponía a que jugara a la pelota. Decía que me ganaría la vida con la cabeza y no con los pies. De repente apreció que carecía de virtudes deportivas. Pero se equivocó. Ahora en el Congreso, Wilmer Velásquez, por ejemplo, es una figura más sobresalie­nte que todos los intelectua­les, porque atrae los votos de los seguidores del Olimpia. A Milton Núñez se lo disputan para que integre planillas diputadile­s. En tanto que los profesores que dejaron el apostolado para tornarse obreros para después integrarse a la política siguiendo a Zelaya, muy pocos los buscan para ocupar una curul en el Congreso. De repente, no es pesimismo el mío, sino que estoy fuera de tiempo. Y no acepto que el futuro está en manos de esta gente nueva que aunque saben poco son populares. Y que esto es lo que importa al final de cuentas.

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