En la misma barca
La temporada navideña y de fin de año se transforma en una inmensa trinchera de emociones y sentimientos, unos de ocasión, pero la mayoría, bien arraigados que dan el gigantesco y necesario paso de las palabras o fórmulas a los hechos de manera que su proyección sobrepasa con creces las festividades y el espacio personal y familiar para llegar a personas y grupos con verdadera y angustiante necesidad porque, como señala un dicho sabio, la Navidad es amor en acción.
En las celebraciones religiosas resonaron este año con más fuerza las palabras, en clave de solidaridad, porque el verdadero rostro de la Navidad no es de cosas o moda, sino como señaló el papa Francisco, de oportunidad para “nacer interiormente de nuevo”, para hacer sitio a la bondad y disminuir significativamente las palabras, pues en los hechos se evidencia el amor. En su tradicional mensaje de la mañana de Navidad, el obispo de Roma, en un escenario alejado de multitudes, señaló el hoy, ese hoy dolorido, lleno de incertidumbre inclinado a la injusticia de unos pocos, relegando a la gran mayoría.
“Hoy, en este tiempo de oscuridad por la pandemia, aparecen diversas luces de esperanza, como el descubrimiento de las vacunas, pero para que puedan iluminar el mundo entero deben estar a la disposición de todos… Vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados en todas las regiones del planeta… Estamos todos en la misma barca”. Entre nosotros, más intenso el tiempo de oscuridad, escuchamos la voz del cardenal Óscar Andrés Rodríguez, quien nos siguió presentado la grave herida y la necesidad de multiplicar y hacer más efectiva la solidaridad para miles de familias damnificadas. “Necesitamos ser solidarios con aquellos que no tienen techo, con aquellos que están en los albergues y que están con la incertidumbre de cuándo los van a sacar y no tienen adonde ir… Nosotros los cristianos no podemos ser espectadores de esta situación”.
Y, en verdad, los hondureños siguen siendo protagonistas. Pasaron aquellos trágicos días de la emergencia con el protagonismo de organismos, instituciones y personas particulares. Ahora sigue acompañamiento efectivo para, colectivamente, ir hallando soluciones primero a los problemas humanos acuciantes y de supervivencia, posteriormente aquellos otros a mediano plazo y lo de largo plazo que no son de este Gobierno, sino obligación y compromiso de las administraciones venideras.“estamos todos en la misma barca” y para no hundirnos “no podemos ser espectadores”.