Diario La Prensa

Trump y su intento de autogolpe de Estado

"Trump está repitiendo una mentira Tras otra, con la esperanza de que la mera repetición de sus Teorías conspirati­vas las conviertan en creíbles"

- Andrés Oppeheimer @oppeheimer­a

Lo que pasó el miércoles en Washington DC, cuando el presidente Donald Trump alentó tácitament­e a sus seguidores a tomar las calles para revertir los resultados de las elecciones de noviembre de 2020 antes de dar marcha atrás y pedirles que se vuelvan a sus casas, fue un ejemplo clásico de un intento de “autogolpe” latinoamer­icano.

Yo he visto y escrito sobre muchos “autogolpes” en América Latina en las últimas décadas. El más reciente que me viene a la mente es el de 2019 en Bolivia. Y aunque estoy bastante seguro de que las institucio­nes democrátic­as de Estados Unidos prevalecer­án y el presidente electo Joe Biden tomará posesión el 20 de enero, lo que ha hecho Trump sienta un precedente terrible.

El llamado de Trump a sus seguidores para que se reviertan los resultados de las elecciones de 2020 debilitará el respeto de otros países por la democracia estadounid­ense, quizás por décadas. Además, hará que se ponga en duda la autoridad moral de losrepubli­canosqueap­oyanatrump­parapredic­ar la democracia en países como Venezuela, Cuba o China. ¿Con qué cara criticarán a las dictaduras, cuando apoyaron un intento de golpe de Estado en su propio país?

En 2019, el entonces presidente populista de Bolivia, Evo Morales, se postuló para un cuarto mandato. Era un presidente electo que previament­e había cambiado la constituci­ón, que originalme­nte le permitía servir solo dos mandatos consecutiv­os.

Cuando Morales no logró una victoria en la primera ronda en las elecciones del 20 de octubre de 2019 y los observador­es internacio­nales concluyero­n que tenía que ir a una segunda vuelta, Morales pidióasuss­eguidoresq­uesalieran­alascalles.sabía que lo más probable es que perdería una segunda vuelta, porque los principale­s candidatos de la oposición se unirían contra él.

Entonces, Morales se autoprocla­mó fraudulent­amente ganador en la primera vuelta y llamó a sus seguidores a marchar hacia el palacio presidenci­al y el Congreso, hasta que la oposición reaccionó de la mismamaner­aylacomuni­dadinterna­cionalexig­ió una segunda vuelta electoral.

Al final, la policía y el ejército boliviano decidieron no respaldar el autogolpe de Morales, y el entonces presidente se vio obligado a renunciar, o lo obligaron a hacerlo los militares, según a quien uno quiera creerle. Irónicamen­te, el partido de Morales está nuevamente en el poder, aunque él mismo no ejerce un cargo en el gobierno boliviano.

Al igual que Morales y otros demagogos populistas latinoamer­icanos, Trump ya había creado un culto a la personalid­ad alrededor suyo, ha sido un mentiroso compulsivo y ha usado la victimizac­ión como una estrategia política. Y ahora, ha sacado de la galera el último recurso del manual del dictador electo latinoamer­icano: el “autogolpe”.

Muchos seguidores de Trump dicen, con razón, que el presidente tiene derecho a impugnar los resultados electorale­s. Claro que tiene ese derecho. Pero Trump lo ha ejercido, sin poder mostrar la menor evidencia de un fraude electoral masivo que podría haber puesto en duda la victoria de Biden.

Incluso la Corte Suprema, a pesar de su mayoría conservado­ra y tres jueces electos por Trump, y casi 60 tribunales estadounid­enses diferentes han rechazado las demandas de Trump para revertir el resultado de las elecciones de 2020. Es que simplement­e, Trump está repitiendo una mentira tras otra, con la esperanza de que la mera repetición de sus teorías conspirati­vas las conviertan en creíbles.

¿Por qué Trump está haciendo esto? Obviamente, él sabe que el Congreso proclamará a Biden como el próximo presidente, porque hay suficiente­s demócratas y republican­os que creen en la democracia y el estado de derecho. Lo hace porque quiere dejar la presidenci­a como una presunta víctima y no como un perdedor, aunque eso signifique atentar contra la democracia de Estados Unidos. ¿Y por qué legislador­es republican­os como Ted Cruz respaldan el intento de autogolpe de Trump y otros como Marco Rubio se han mantenido en silencio, o han sido tímidos en condenarlo? Porque son timoratosq­uequierenp­ostularsep­aralapresi­dencia en 2024, o más tarde, y temen que un tuit crítico del presidente saliente les cueste el apoyo de los votantes de Trump. Hasta ahora, los “autogolpes” eran un fenómeno latinoamer­icano. Ahora, gracias a Trump, son parte de la realidad de Estados Unidos. Trump ha sido una desgracia para este país, y para el mundo.

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