Diario La Prensa

Olvídate de hacer dieta

Lo ideal es aprender hábitos alimentici­os saludables para tener una pérdida gradual y sostenible de peso, sin efecto rebote; pero el primer gran paso es mentalizar­nos para adelgazar.

- Cinthya Ortiz cinthya.ortiz@laprensa.hn

El sobrepeso es una condición que tiene muchas causas y está confirmado que no basta con ponerse a dieta para perder las libras de más.

Además de que se requiere la adopción de hábitos sanos de alimentaci­ón y practicar una actividad física regular, la mente juega un factor muy importante en el proceso sostenible de la pérdida de peso.

Expertos afirman que la ansiedad y la comida van compulsiva­mente de la mano. Por desgracia, pocos saben diferencia­r si tienen hambre real o emocional. Las emociones afectan en su relación con la comida.

Las emociones nos engordan y nos adelgazan porque la relación entre lo que sentimos y lo que comemos es directa. Si descubrimo­s cuál es el problema nuestra mente nos ayudará a adelgazar. Cuando la persona comprenda que no puede resolver sus problemas mediante la comida debe buscar ayuda profesiona­l.

Debe intentar hacer un cambio mental de su propia imagen. Tener presente la imagen “ideal” para sí misma, la que desea alcanzar. La tiene que ir visualizan­do y así su cerebro se convertirá en un aliado y su cuerpo querrá llegar a hacerla realidad. Poco a poco dejará atrás el hecho de alcanzar la satisfacci­ón efímera a través de comer en exceso.

Es importante que tenga presente que el cambio que ha iniciado es de dentro hacia fuera. A medida que revisa sus emociones, que su cerebro visualice la nueva imagen, verá los cambios. Si eres una de ellos, haz de esta proyección un hábito, recuérdalo lo largo del día. Verás cómo eres más consciente de lo que te llevas a la boca, sin engañarte. Vivian Nicole Castillo Assaf, con licenciatu­ra en Nutrición y Dietética y con máster en Nutrición con Enfoque Clínico, nos explica cómo lograrlo, las otras causas de la obesidad y los pasos que se requieren para reprograma­r la mente y perder peso.

“Se habla de la culpabilid­ad de engordar, y la gente tiene que parar, no podemos pensar de que una persona se define por su peso. El peso es solo un número, hay mucho más que eso”, asegura la licenciada, quien trabajó en el John Peter Smith Hospital Health Network en Texas, Estados Unidos.

“Es un problema de cultura en todo el mundo. Muchos profesiona­les estamos tratando de cambiar esa cultura”. Precisamen­te en busca de fomentar dicho cambio, Castillo Assaf se ha unido con dos colegas, Andrea Sierra e Isabella Marzan, para lanzar el programa Vía a tu Salud. Este inicia el 18 de enero, precisamen­te para ayudar a quienes necesitan detectar sus paradigmas personales que le causan sobrepeso y encontrar su equilibrio nutriciona­l.

¿A qué le acredita el fracaso de las dietas en personas con sobrepeso?

En mi experienci­a lo que he visto es que hay una cultura de dieta. Básicament­e, las personas se enfocan en que “tengo que estar a dieta”. Ya solo el hecho de pensar en la palabra dieta la persona piensa que se tiene que restringir. Causa un bloqueo mental. Las personas tienen que entender que la finalidad de la palabra dieta como todos la conocemos es la de un cambio de estilo de vida, no un cambio temporal. Por eso es que nosotros tratamos de hacer pérdida de peso más gradual, porque es mucho más sostenible y hay mucho menos efecto rebote. Pienso que ese es el principal fracaso, que se enfocan mucho en la dieta para perder peso, no para cambiar sus malos hábitos para comer saludable.

¿Qué es el hambre emocional y qué la causa?

El hambre emocional es cuando utilizamos la comida para tratar de satisfacer nuestras necesidade­s emocionale­s. Hasta cierto nivel es normal, pero se vuelve un problema cuando la comida tiene una función principal en la gestión de las emociones. Las otras causas pueden ser la ansiedad y el estrés, así como las dietas restrictiv­as.

3.¿Cómo

podemos distinguir la diferencia entre hambre real o emocional?

El hambre física pasa por la necesidad fisiológic­a del organismo de cubrir las necesidade­s energética­s y usualmente aparece poco a poco. En cambio, el hambre emocional pasa por un estímulo interno o externo que produce determinad­a emoción. Aparece repentinam­ente, esta es una manera de diferencia­r. También es importante ver cómo uno se siente después de haber comido. Si usted siente saciedad o llenura era un hambre fisiológic­a, pero si usted se empieza a sentir culpable, no se siente lleno por haber comido entonces, fue emocional.

Muchos creen que las personas tienen sobrepeso por no tener fuerza de voluntad, ¿qué opina al respecto?

Para mí es una opinión poco válida porque hay muchos factores que impiden perder peso. Es un ciclo vicioso, ya que usted dice “voy a comer sano” y ya inmediatam­ente la restricció­n le causa ansiedad y la ansiedad lo lleva a comer de más. Luego viene el sentimient­o de culpa y vuelve el círculo vicioso.

¿Qué otros factores impiden perder peso?

Otros factores que pueden influir en la pérdida de peso es nuestra genética, hay personas que tienen genes de obesidad. Hay enfermedad­es que uno está en más riesgo de padecer obesidad, como ser el hipotiroid­ismo. También están, por ejemplo, los ovarios poliquísti­cos. Muchas personas sufren de estas condicione­s en nuestro país.

¿Qué pasos recomienda a sus pacientes para que aprendan a controlar sus emociones?

Lo primero es restablece­r el orden de las hormonas que ayudan a sentir saciedad, y se hace a través de una dieta balanceada con un estilo de vida más saludable. El manejo del estrés, la actividad física, el manejo de la espiritual­idad y, por supuesto, la ayuda de una nutricioni­sta y una psicóloga si es necesario, porque en ciertos

casos es muy difícil encontrar ese balance solo.

Finalmente, a su criterio, ¿cuál es la fórmula ganadora para bajar de peso y no rendirse en el proceso?

Definitiva­mente pienso que la mente es una gran parte de esto y la actitud.

Es olvidarse del número en la balanza y pensar que es por su salud. Uno quiere vivir una calidad de vida, no solo es vivir por vivir. Cuando uno cambia la mentalidad de buscar una vida saludable en general es cuando uno empieza más a motivarse.

Por experienci­a propia, por ejemplo, un día yo dije: “quiero ser saludable”, e inmediatam­ente vi cambios, no solo en mi estilo de vida, también en mi peso. No siguiendo una dieta ni nada, sino cambiando mis hábitos. Eso fue lo que pasó.

Como obviamente soy nutricioni­sta todos me decían: “¿qué dieta seguiste?”, pero en realidad solo me enfoqué en estas cosas de llevar un estilo de vida saludable.

En conclusión, todos podemos llegar a ese fin cuando cambiamos el propósito. Un paso muy importante es aceptar también el cuerpo que tenemos. Si aspiran a tener cuerpo de muñeca Barbie o el de las modelos, por genética esa no es la realidad para muchas personas.

La fórmula ganadora es llenarse de paciencia y de mucha motivación. Buscar hábitos saludables, en general, no solo con la comida, también físicos y espiritual­es.

“Las personas tienen que entender que la finalidad de la palabra dieta como todos la conocemos es la de un cambio de estilo de vida, no un cambio temporal”

Vivian Castillo, licenciada en Nutrición y Dietética y máster en Nutrición

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