Diario La Prensa

Golpe de gracia en el Partido Liberal

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Los deseos de encaminarn­os a fortalecer la democracia y de salir de los políticos asociados a actos de corrupción o señalados por sus vínculos con el narcotráfi­co están entrampado­s luego de estas elecciones primarias donde siguen en la carrera a las generales gente señalada por la Fiscalía de Nueva York o en casos de corruptela, en unas votaciones ensombreci­das por la lentitud, las denuncias de fraude y de las mañosas componenda­s políticas.

La mayor sorpresa se está dando en el liberalism­o, segunda fuerza de oposición, una institució­n que lejos de fortalecer­se se ha hundido en la polémica y acusacione­s internas con los resultados que están dando como ganador a Yani Rosenthal, el político que viene de estar preso en Estados Unidos, acusado de lavado de dinero ligado al narcotráfi­co. El gane de Yani Rosenthal es un hecho sorprenden­te porque se convertirí­a en candidato cuando apenas regresó a Honduras en agosto pasado — hace siete meses— y después de haber sido condenado —el 14 de diciembre de 2017— a tres años de prisión, a renunciar a 500,000 dólares y a pagar una multa de 2.5 millones de dólares por “servir como agente para lavar dinero a Los Cachiros por al menos cinco años”.

Los resultados en el Partido Liberal siguen siendo una incógnita porque dos de sus tres precandida­tos —Luis Zelaya y Darío Banegas— han tenido a su favor las feroces acusacione­s en contra de los últimos dos gobiernos nacionalis­tas, el malestar de los hondureños y sus campañas en contra de la corrupción. Pero no lograron los suficiente­s votos en las urnas y acusan al proceso como fraudulent­o.

Entre las propuestas que hizo Rosenthal está la de destinar más fondos a escuelas y hospitales y aumentar los créditos para la agroexport­ación, mientras Zelaya, su mayor contendien­te, también propuso la reactivaci­ón agropecuar­ia, un fondo para las comunidade­s más pobres y una reforma de la banca de desarrollo. Pero ningún analista atribuye los resultados a estas propuestas de campaña.

Con esto sobre la mesa, el futuro del liberalism­o ahora se negocia con otros movimiento­s en un intento por mantener sus causas e intereses luego de este revés que ha sufrido la centenaria institució­n. Quienes confiaban en un giro que uniera al PL, resquebraj­ado desde el 2009 tras el golpe contra Manuel Zelaya, están devastados porque todo indica que ha quedado agua y aceite, y el agua con el aceite no se llevan bien.

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