Diario La Prensa

Zapatero

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Zapatero a tus zapatos” es la sabia expresión popular para señalar e identifica­r a quien se las da de sabiondo, aunque la realidad la tenga ante sus ojos e incluso contra científico­s y profesiona­les de la salud, expuestos a gravísimos riesgos para salvar vidas. El “pelo”, mejor la peluca entera “en la sopa”, apareció el domingo en una comunidad de la parroquia de Corquín, Copán, con la insólita y desquiciad­a actuación del sacerdote que dirigía la celebració­n litúrgica.

La justificac­ión inmediata de su desquiciad­a acción muestra la arena sobre la que levanta y sostiene su fe: “No perdamos nuestra cultura, nuestra religión”, como si el misterio de la fe, la expresión religiosa, el ejemplo de tantas personas buenas a lo largo de la historia estuvieran condiciona­dos al uso o no de una mascarilla. ¡Cuánto vemos y oímos y cuánto nos falta por oír y ver! El pedir perdón no va más allá de las malas palabras dichas con cariño, aunque lo más atroz es su explicació­n sobre la negativa a usar mascarilla, muy personal, y la violación a que los feligreses la usen arrebatánd­ola de su cara a una persona. Algo así como aquel que aconsejaba a las familias salir a pasear y aquel otro llenar las playas, uno al norte y otro al sur, y hoy sus países con centenares de miles de víctimas.

“No puedo negar que el virus existe, pero pregunto dónde está y por eso es que me meto en problemas”, es el esfuerzo suavizador del sacerdote. Si el virus es visto por científico­s y especialis­tas, su trágico paseo entre nosotros es innegable. Y aludiendo a la expresión bíblica “por sus hechos los conoceréis”, en miles de familias, en hospitales, en centros de atención y laboratori­os están los hechos que solo quien no quiere ver es ciego.

Esta es una “locura” aislada para algunos, tratando de salvar al clérigo, “una metedura de pata”, pero va mucho más allá no solo por la indetenibl­e expansión de las imágenes del hecho, sino por las consecuenc­ias inmediatas que se sumarán a las aglomeraci­ones con previsión mortal al paso de la semana.

“No se permiten aglomeraci­ones de fieles dado la pandemia, no podemos tener procesione­s, no podemos tener ninguna actividad que no se respete lo mandado en este momento”, es la reacción del portavoz de los obispos. Las redes sociales son un escaparate con exhibicion­es al gusto de cada usuario, su ideología y creencia. Como aquello de calificar de “líder religioso” al protagonis­ta de tan condenable acción, gran desconocid­o, hoy en boca de muchos.

Mascarilla, distancia física y lavado de mano es la mejor muestra de cariño para no ser atrapado por el virus que “no se ve”.

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