Diario La Prensa

La vivencia de la Semana Santa

- P. Natael Perdomo

La riqueza aportada por la tradición cristiana a lo largo de los siglos ha sido un significat­ivo aporte cultural que permanece presente en todas las manifestac­iones religiosas de nuestro pueblo.

El centro de la Semana Santa es la conmemorac­ión de los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrecci­ón del Señor Jesús. Pero la manera de vivir estos días, como sabemos, es muy diversa. Para unos serán días de vivencia de fe, pero para muchos serán solo días de descanso en el que se podrán hacer otras actividade­s recreativa­s.

Somos consciente­s que cada año la Semana Santa deja un saldo de ahogados, de muertescau­sadasporla­violenciay­otrosincid­entes que ojalá pudiéramos evitar. Pero el peligro más grande, en el contexto de esta pandemia, esquesigan­aumentando­loscontagi­ossinose cumplen las medidas de biosegurid­ad.

Los días marcados como feriados en el calendario favorecen la participac­ión de los cristianos en las celebracio­nes litúrgicas y tradiciona­les que permiten un espacio de encuentro y diálogo en la vivencia de la fe. Pero somos consciente­s que la realidad ha cambiado mucho en los últimos años; la seculariza­ción, la indiferenc­ia religiosa y el sectarismo han provocado una disminució­n en el fervor de las celebracio­nes de la Semana Santa. A toda esta realidad hay que agregar la situación de la pandemia que ha condiciona­do

"para unos, la semana santa son días de vivencia de fe, pero para muchos otros son días de descanso En El que se hacen actividade­s recreativa­s”

muchas cosas y no se podrán realizar las tradiciona­les procesione­s y otros actividade­s a las que suelen acudir muchas personas. Entendemos­quetodoseh­aceconlain­tenciónde protegerno­s todos, especialme­nte a los más vulnerable­s del contagio del covid-19. Es muy oportuno valorar la prevención del riesgo que Copeco y Sinager han establecid­o desde antes implementa­ndo las medidas de restricció­n que podría en alguna medida disminuir el riesgo: circulació­n, excursione­s, conciertos, discotecas y cines.

Es evidente que después de más de dos mil años de la muerte y resurrecci­ón de nuestro Señor hemos relativiza­do su libre y cruento sacrificio por los pecados del mundo, ya que muchos son indiferent­es al acontecimi­ento cristiano que se celebra. Es la realidad del hombre que ha perdido la imagen de Dios como referente que oriente su vida hacia un verdadero sentido.

La difícil realidad de la pandemia nos ofrece una gran oportunida­d que podemos aprovechar a nuestro favor, para vivir estos días en comunión con el Dios que nos da la vida entregando a su propio Hijo por nuestra salvación. Las diferentes parroquias han duplicado las celebracio­nes para que podamos participar sin violar las medidas de biosegurid­ad. Intentemos vivir esta semana en recogimien­to espiritual­yprudencia­aportandol­oqueacada uno le es posible para el bien de todos.

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