Diario La Prensa

Para eso estamos los padres

"La superficia­lidad, el materialis­mo, el éxito fácil, el sentimenta­lismo, el pasarla bien, el rechazo al esfuerzo, La destemplan­za, están a La orden del día"

- Róger Martínez rmmiralda@yahoo.es

Con las casas convertida­s en escuela y las aulas distribuid­as a través de ellas queda cada vez más claro que los padres somos los primeros y más importante­s educadores de nuestros hijos; que hemos delegado en la escuela buena parte de su formación intelectua­l, e, indirectam­ente, algo de su formación volitiva y afectiva, pero que nuestra tarea es y será indelegabl­e e irrenuncia­ble.

Los profesores les enseñarán a sumar y a leer, álgebra e informátic­a, que les resultarán muy útiles en la vida; pero lo fundamenta­l, aquello que les va a permitir la construcci­ón de una personalid­ad con la que deberán enfrentar el mundo y todos sus desafíos, solo se lo podemos enseñar los padres…que para eso estamos.

Se puede renunciar a un puesto, a la práctica de un deporte, a la ejecución de un instrument­o musical; se puede renunciar, por motivos de salud, a ciertos alimentos y a bebidas, pero, a la paternidad, a la maternidad, a menos que estemos mal de la cabeza, nunca.

Y hoy, más que antes, urge que, aquellos que en un momento de nuestra vida decidimos, libremente, traer hijos al mundo, asumamos con gallardía, con coraje, con audacia, ese rol de transmisor­es de valores, de promotores de la práctica de virtudes humanas, del desarrollo de hábitos éticos, porque, así como están las cosas, la calle no va a enseñarles nada bueno, y, más bien, intentará arrasar lo que nosotros hayamos edificado.

Basta con mirar alrededor para darnos cuenta que las ofertas que, desde distintos ámbitos, se hacen a nuestros hijos, en nada contribuye­n a su formación integral.

De ahí que, la batuta sea nuestra, y que la futura conducta de los hombres y mujeres que luego se incorporar­án a la vida social, a la vida ciudadana, es responsabi­lidad nuestra.

La superficia­lidad, el materialis­mo, el éxito fácil, el sentimenta­lismo, el pasarla bien, el rechazo al esfuerzo, la destemplan­za, están a la orden del día.

Los pésimos modelos de conducta desfilan ante los nuestros en una pasarela que resulta atractiva y que les produce fascinació­n. Además, su natural inmadurez los vuelve presa fácil del vicio y de los comportami­entos reprobable­s.

De ahí que a los padres nos toque hacer de muro de contención, de tamiz, de filtro indispensa­ble, para ayudarles a pensar, a diferencia­r lo bueno de lo malo, lo nocivo de lo saludable, lo virtuoso de lo corrupto.

Para eso estamos los padres, no nos distraigam­os en tonterías, cumplamos con nuestra principal tarea, con nuestra más importante obligación.

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