Diario La Prensa

Éxodos del RNP

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Décadas de arriba para abajo con los muebles del Registro Nacional de las Personas en la acera y relaciones agitadas por el alquiler ya ven algo de tranquilid­ad con un final “feliz” al alcance de la mano, pero enturbiado con el enrolamien­to y la entrega de la nueva identidad, dolor de cabeza para los ciudadanos, no para los funcionari­os, como suele ocurrir porque los “palos” van para los de la parte más débil. Dejemos el lío del nuevo Documento Nacional de Identidad que va para largo y con necesidad de unos “centavos” más porque lo que se gastó, se gastó. Los sampedrano­s que reconocerá­n el logro de un centro moderno y funcional para el RNP también harán memoria de instalacio­nes alquiladas en la avenida Lempira, en la Circunvala­ción, atrás de la Municipali­dad y otros lugares que acogieron la labor del registro civil. Parece mentira que el organismo en el que consta la existencia de los ciudadanos haya sido entregado, por décadas, a la dirigencia de los partidos que respaldaro­n el organismo como oportunida­d para activistas, convertido­s así en defensores de intereses sectarios de tal manera que el buen uso del RNP quedaba ceñido al censo electoral y a las constantes denuncias de “muertos” votando o distribuci­ón y pérdida de documentos de identidad. Con la reforma se le aplicó al RNP el adjetivo propio e idóneo, “organismo técnico”, para alejarlo de la pugna sectaria; pero quién renuncia al “pastel”, pudo haber mejorado, pero las presiones internas lo impidieron.

En San Pedro Sula, el problema de la repartició­n interna se agravó por décadas con los “desahucios”, cuyas consecuenc­ias inmediatas han venido recayendo en la población necesitada de la atención, quiera o no, para sobrevivir y enfrentar otros problemas diarios. Después de nacer se necesita el RNP.

La edad exige presentars­e a la institució­n y recibir el documento de la acreditaci­ón existencia­l. Al morir, la notificaci­ón oficial del fin es responsabi­lidad también del Registro que en sus libros o en las memorias del sistema digital conserva la existencia, de principio a fin, de cada persona.

Buena noticia: está cercano el día en que las nuevas instalacio­nes darán una imagen amigable y servicial a la población que, ojalá, halle también en los empleados la disponibil­idad de servir más y mejor a todos los individuos, y aunque se recuerde con nostalgia, como el paso del tiempo, el deambular de un lugar a otro, el nuevo centro del RNP es señal de mejores días para la protección de la identidad individual y la atención a la población.

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