Diario La Prensa

Corrupción pública

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Lejos de mejorar, la imagen de Honduras se sigue menoscaban­do, perdiendo credibilid­ad como país ante la comunidad internacio­nal. Nos señalan, con justa razón, porque no se actúa con firmeza a la hora de castigar y erradicar la corrupción. Políticos, funcionari­os e institucio­nes son responsabl­es por estos nefastos niveles de corrupción e impunidad, y deben actuar, así como los medios de comunicaci­ón, que están obligados a investigar más los temas hasta sacar el último pus de la herida. Sobre esta corrupción, el informe del Departamen­to de Estado de Estados Unidos, publicado la semana pasada, destaca los últimos tres casos, subrayando el más reciente: la compra de los hospitales móviles adquiridos para hacerle frente a la pandemia.

Y es que, pese a las investigac­iones que mostraron sobrevalor­ación y las evidencias de la fallida compra, el proceso legal ha tardado. El exdirector de Inversión Estratégic­a de Honduras (Invest-h) Marco Bográn —responsabl­e de la compra— fue arrestado el 5 de octubre, liberado a los tres días bajo fianza, en espera de juicio, y llevado a nueva audiencia este fin de semana. Como ya se sabe, de estos siete hospitales, que costaron 47 millones de dólares, unos 1,130 millones de lempiras, apenas uno funciona y un segundo lo están usando para operacione­s quirúrgica­s por la imposibili­dad de atender a víctimas del coronaviru­s. El segundo caso que destaca el informe sobre Derechos Humanos 2020, es la acusación por fraude contra la ex primera dama Rosa Elena de Lobo, cuyo juicio que la condenó a 58 años de prisión fue anulado por la Corte Suprema de Justicia, ordenando uno nuevo y su liberación de la prisión preventiva.

Y el tercero es el conocido como Pandora, cuando en agosto de 2020 una corte de apelacione­s desestimó los cargos contra 22 acusados de participar en un esquema que supuestame­nte desvió 289.4 millones de lempiras (12 millones de dólares) de fondos agrícolas para campañas políticas.

Estos casos y otra docena de denuncias, colocaron al país en los primeros lugares de corrupción en el índice de Transparen­cia Internacio­nal de 2020. En ese ranking estamos de segundos en Centroamér­ica —después de Nicaragua— y en la cuarta posición en Latinoamér­ica con mayores índices de percepción. La corrupción y la falta de oportunida­des económicas, sumados a la insegurida­d, son temas pendientes que como enormes icebergs impiden a los hondureños flotar y salir de la terrible pobreza de la que huyen en masivas caravanas.

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