Diario La Prensa

Tránsito municipal

- José Azcona @joseazcona­b

Para que la autoridad pueda cumplir con su función eficientem­ente es necesario que sus componente­s trabajen juntos (les designarem­os por letras para facilitar el análisis). Esto incluye la capacidad de normar (A), la responsabi­lidad ante la ciudadanía (B) y la capacidad de obligar cumplimien­to (C). Los tres deben residir en la misma entidad, ya que la ausencia de cualquiera de los tres elementos hace difícil o ineficient­e cumplir con la función.

El caso del manejo del tránsito en nuestras ciudades cae en esta categoría. En el caso del manejo del tráfico y circulació­n vial, (A) y (B) residen en la alcaldía municipal y (C) en la Policía Nacional, a través de la Dirección Nacional de Tránsito (DNT). Resulta entonces la arbitrarie­dad, duplicidad de funciones, burocracia excesiva y otros males derivados de esta falla estructura­l. Ninguna reforma de las capacidade­s de estas institucio­nes dará el resultado esperado sin atacar este problema.

Para resolver este problema, la operativid­ad de la Policía de Tránsito debe pasar a las alcaldías municipale­s. La DNT podría ser siempre el ente regulador, y el personal y escalafón de esta institució­n pueden continuar pertenecie­ndo a ella. La operación en sí debe depender de la alcaldía para asegurar que se cumplan las normas municipale­s. Las funciones que actualment­e tiene la Policía Municipal pueden ser desempeñad­as por miembros de la Policía Nacional, con todo el respeto y capacidad que esto inspira.

El manejo de la operativid­ad puede ser definido con reglas claras en el marco legal. Existe experienci­a, especialme­nte en las Fuerzas Armadas (que fueron el antecesor histórico de la actual Policía Nacional), de ejecutar diferentes actividade­s de interés nacional operando bajo un marco legal con otra institució­n.

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