No Zedemos
Las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (por sus siglas Zede) son el reconocimiento expreso del Estado de haber fracasado estrepitosamente en todas las políticas económicas y sociales que son su responsabilidad directa.
Es como si Pedro Abandonado, (nombre genérico), cediera en asignación una habitación de su casa para que el vecino (Juan Zedes) disponga como él quiera en ese cuarto. Una vez instalado el visitante, el dueño Pedro pierde todo derecho de dominio y posesión sobre ese apartamento, ahora no le queda más que aguantar y soportar el gravamen que le impone el señor Zedes. La escritura pública de propiedad que Pedro Abandonado tiene (llámese en este caso Constitución de la República) le prohíbe vender, enajenar, ceder, o cualquier otro tipo de acto traslaticio de dominio de ese territorio, pero hace caso omiso de todo ordenamiento y violentatodanormajurídicaal permitir que de dicho apartamento se apodere el visitante.
Es decir, el adulterino Congreso Nacional por medio de este esperpento jurídico crea entidades territoriales autónomas y las sustrae del ordenamiento jurídico nacional atribuyéndose con ello competencias que la Constitución de la República no le otorga, cambiando de esta manera la forma republicana del Estado porunafigurafederalynounitaria e indivisible.
Se dice por los adláteres de esta iniciativa que se busca generación de empleo, vaya burdo argumento que insiste en que traerán beneficios económicos cuando es justamente lo contrario, será el escenario perfecto para que se generen cargas fiscales paralelas a la deuda externa atroz que ya llevamos a cuestas.
¡Qué país! Si los maestros Hans Kelsen o Hermann Heller vivieran se espantarían en observar sus doctrinas estatales largamente aceptadas y reconocidas en la academia siendo completamente abandonadas y suplantadas por deplorables caricaturas de nefastos maderámenes jurídicos que abyectos se deslizan en el ostracismo de un Estado fallido.