Falta de iluminación y señalización aumentan el peligro en el occidente
Los hoyos y los derrumbes por fallas geológicas son los más grandes problemas, pero las carreteras CA-4 y CA-11A se vuelven más temerarias de noche cuando impera la penumbra
SANTA ROSA DE COPÁN. Conducir por la carretera CA-4 o de occidente es una “aventura” que se asemeja a los episodios del juego de Mario Kart, pero donde los peligros son de la vida real y pueden llegar a ser mortales.
Además de sortear los incontables hoyos y tramos adonde el asfalto ha desaparecido por completo, los conductores también deben ir atentos a todo tipo de obstáculos que se desprenden de las montañas, principalmente en la época de lluvia.
Enormes piedras, derrumbes, semovientes que transitan sin el cuidado de sus dueños y la misma neblina que se van encontrando los conductores en tramos altos y de cuestas como La Vaca en Naco o El Portillo en Ocotepequehacen que una pequeño descuido les pueda costar la vida a un conductor y a quienes lo acompañan. Por su misma importancia, la carretera es muy transitada de noche, especialmente por vehículos de carga y transporte de pasajeros que se dirigen de ciudades como San Pedro Sula y Tegucigalpa rumbo a las fronteras con El Salvador y Guatemala.
Los 113 kilómetros de carretera que hay entre San Pedro Sula y el municipio de Nueva Arcadia (La Entrada) en Copán son una pesadilla.
Las tormentas Eta y Iota de noviembre empeoraron su condición y en varios tramos han tenido que tapar los hoyos con tierra para evitar tragedias. El tramo de Chamelecón a Cofradía es de los peores. En una longitud de 20 kilómetros, los conductores llegan a estar varados hasta una hora circulando a vuelta de rueda por el deterioro de la vía.
Otros tramos que le quitan el sueño a cualquiera son los que van de Santa Rosa a Lempira y de ahí hasta Siguatepeque.