La pandemia no ha terminado
En más de una ocasión, desde LA PRENSA hemos recordado a la población que la pandemia provocada por el covid-19 no ha terminado y que estamos obligados a cuidarnos tanto o más a como lo hemos hecho desde marzo del año pasado. Es cierto que muchos hondureños ya se han vacunado, unos fuera del país; otros dentro, también es cierto que hay cansancio luego de tantos meses de relativo encierro, pero no podemos olvidar que la mayoría de la población sigue sin vacunarse, que la mayoría de los vacunados localmente no han concluido con su cuadro de vacunación y que solo llevan la primera dosis y, además, que hay nuevas variantes, más contagiosas y más agresivas, que podrían poner en aprietos mayores a un ya desbordado sistema de salud y, con ello, poner en peligro la vida de miles de compatriotas.
Históricamente, las pandemias han terminado por dos razones: la primera, porque el virus que las ha causado ha perdido fuerza y ha desaparecido tal como llegó, de manera repentina, así pasó con la tan temida “gripe española” de principios del siglo XX y otras pandemias anteriores, y, la segunda, porque la población ha terminado por hartarse del confinamiento, de las prohibiciones y quiere volver a sus hábitos pre pandémicos. En este último caso se habla de pandemias concluidas por razones sociológicas. El problema con la segunda razón es que los picos de contagio crecen exponencialmente y que la crisis sanitaria se acentúa.
En el caso de Honduras no podemos darnos el lujo, no debemos permitirnos terminar con la pandemia por cansancio, por hartazgo, porque esa manera de acabar con una pandemia es ilusorio, irreal. Cuando nos damos una vuelta por nuestros pueblos y ciudades, cuando visitamos algunas zonas y centros comerciales, cuando pasamos por algunos lugares de ocio y diversión, da la impresión de que la pandemia ha terminado, que ya superamos el covid-19, y nada más alejado de la realidad que eso. Es cierto que no podemos volver a un confinamiento severo, que una situación como esa significaría un golpe mortal para la economía y causaría mucho daño a la salud mental de la ciudadanía, pero debemos asumir la coyuntura con responsabilidad. No podemos descuidar la indispensable bioseguridad en nuestras rutinas diarias. Las medidas preventivas sí funcionan; un contagiado que usa una buena mascarilla y que se mantiene a distancia muy difícilmente va a contagiar a alguien más; pero debemos hacer ambas cosas. Así que, una vez más: lavado frecuente de manos o uso de gel o alcohol, distanciamiento físico y uso de mascarilla hasta que la mayoría estemos vacunados y el virus haya sido derrotado. Esa es la realidad.