Elecciones del Bicentenario (Parte 2)
Esta semana continuamos abordando, en este espacio, el comunicado de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) “Las elecciones del Bicentenario”. El apartado segundo nos habla de “Los candidatos”, y comienza diciendo: “La doctrina social de la Iglesia nos recuerda el deber que tenemos de pensar en aquellos candidatos, en quienes vemos una aptitud real, auténtica y coherente, que los haga capaces de conducir a Honduras por los caminos de un desarrollo sostenible en paz y en justicia”.
Es responsabilidad de todo ciudadano esforzarse por construir una sociedad cuyas estructuras faciliten al hombre luchar contra el mal y elegir el bien. Pero las estructuras sociales o los sistemas políticos y económicos, por ellos mismos nunca van a producir el bien, sino que siempre van a necesitar la intervención moral del hombre, quien iluminado y fortalecido por la gracia de Dios transmite a la sociedad los valores como el bien, la verdad, la solidaridad o la gratuidad.
Y es a través de nuestra capacidad y deber de elección que damos vida a esas estructuras, por eso los obispos hondureños afirman que “hoy más que nunca necesitamos candidatos con un comportamiento ético reconocido por todos, candidatos que no estén marcados por la lacra de la corrupción o el narcotráfico, que tanto daño han hecho al país. La corrupción es una de las deformaciones más graves del sistema democrático, ya que traiciona no solo los principios de la moral y las normas de la justicia
“el perfil idóneo de un candidato no es el que conviene a Los intereses particulares, sino el que conviene y necesita un pueblo entero”
social, sino que a la vez trastoca el correcto funcionamiento del Estado y desordena la relación entre gobernantes y gobernados. El numeral dos continúa afirmando que “la capacidad y la voluntad que exigimos de los candidatos se logra únicamente cuando existe un verdadero respeto por la dignidad de la persona humana, respeto por su vida, por sus libertades, sus derechos, sus legítimas aspiraciones y por su plena realización como seres humanos”.
El papa Francisco ha dicho con tristeza que la corrupción se ha convertido en algo “natural” para nuestra sociedad, hasta el punto de llegar a constituir un estado personal y social relacionado con la costumbre de ser corrupto. Además, la corrupción personal, estatal, empresarial o incluso eclesiástica produce mártires, ya que son y serán siempre los más pobres quienes terminen pagando el precio de un estado de vida corrupto. Finalmente, el numeral dos del comunicado de la CEH concluye diciendo: “El perfil idóneo de un candidato no es el que conviene a los intereses particulares, sino el que conviene y necesita un pueblo entero”. Hermanos, recordemos que nuestro mejor acto de protesta contra la corrupción se hará ejerciendo el deber del voto, que el mayor esfuerzo por construir un mejor futuro no nace de los gritos airados, sino de la oración silente y confiada en que la corrupción nada puede contra la esperanza, porque es Dios quien tiene la última palabra, y su justicia no tarda, por eso sigamos luchando, creyendo, esperando y amando.