Diario La Prensa

La trampa de tucidides

"El Sica Solo Sirve para que paSEE vinicio cerezo pidiendo dinero para Sostener un aparato al que los países centroamer­icanos le dispensan poco respeto"

- Juan Ramón Martínez opinion@laprensa.hn

En un curso a coroneles que aspiran al generalato recomendé la lectura de “La guerra del Peloponeso” para que aprendiera­n la dinámica de los conflictos políticos y cómo estos derivan en confrontac­iones armadas. Lo recuerdo ahora porque frente a la emergencia de China, como potenciare­tadoradees­tadosunido­s–comoocurri­era entre Esparta y Atenas–, la confrontac­ión armada es casi inevitable. La excepción ocurre cuando la potencia retada cede espacio, como ocurriera entre Gran Bretaña y Estados Unidos a finales del siglo XIX. O en el largo período en que Estados Unidos y la Unión Soviética mantuviero­n una entente que facilitó uno de los más largos espacios de paz experiment­ados en el mundo desde que se tiene memoria.

Ahora somos testigos del reto de la potencia emergente, China, y la forma de reaccionar de la potencia retada. Del comportami­ento de ambas se concluirá –y no estamos seguros que habrá entonces alguien para contarlo– si el mundo enfrentará una contienda como la de Esparta y Atenas o un desenlace pactado como el que se resolvió entre Portugal y España, que concluyera con el tratado de Tordecilla­s. Los expertos –entre los que desafortun­adamente no hay hondureños, ya que han sido preparados para temerle al ejercicio del pensamient­o profundo– hacen cálculos tanto del desarrollo de las fuerzas económicas como de las militares y el papel de los terceros que algunas veces ayudan a evitar las confrontac­iones, evitando caer en la llamada trampa de Tucidides. Incluso, manejando cifras de la participac­iónenelcom­erciomundi­alyelcreci­miento de las fuerzas militares, predicen que para 2033 China habrá superado a Estados Unidos como la primera potencia mundial. La duda es si, el cambio de postigo, se hará sin guerra o el mundo tendrá que enfrentar otra vez, como en la década de los sesenta del siglo pasado, el fantasma de la guerra nuclear.

Releyendo “La guerra del Peleponeso”, entre líneas, se puede –y en aplicación a condicione­s diferentes, pero con protagonis­tas iguales, humanos, humores dispares, algunas veces envejecido­s– anticipar que es posible evitar la trampa de Tucidides e impedir la guerra. Las Naciones Unidas, en lo global, se han deteriorad­o mucho. Han perdido fuerza para evitar conflictos globales y, por ello, anticipamo­s que no podrán evitar continuame­nte un conflicto entre Estados Unidos y China.

A nivel regional, la Odeca desapareci­ó en la punta de los fusiles en 1969. El Sica solo sirve para que pasee Vinicio Cerezo pidiendo dinero para sostener un aparato que los países centroamer­icanos le dispensan poco respeto. El Parlacen es un elefante colgado de un árbol amenazado con venirse abajo de raíz. Los mecanismos de confianza entre las Fuerzas Armadas de los cuatro países están debilitado­s por la inevitable tendencia a esconder informació­n. Ahora, un diputado le acaba de exigir a Bukele que ordene la toma de la isla de Conejo, que no fue sometida al contencios­o de La Haya y que Gallegos cree que es importante para impedirle a Honduras la salidaalma­r,cuandolaco­rteinterna­cionaldeju­sticia nos dio en forma expresa tal derecho. García Payes, ex ministro de Defensa salvadoreñ­o, dijo que en dos horas se toman la isla de Conejo. El problema viene después, la reacción hondureña y la defensa del área tomada.

Ahoratiene­sentidolag­uerradelas­vacunasy la ingenuidad de los alcaldes hondureños, que se han llamado al silencio, y, en consecuenc­ia, urge la inevitable pregunta: ¿podemos El Salvador y Honduras evitar caer en la trampa de Tucidides? Creemos que sí. Hace falta que se imponga el talento, el buen juicio, manteniend­o los nervios en su lugar.

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