Diario La Prensa

La carta que escribió monseñor Emiliani sobre caso del penal

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“SE DEBE SEGUIR CON LA CONSTRUCCI­ÓN DE LA OBRA, POR HONDURAS Y POR EL DINERO INVERTIDO”

“Qué lástima, qué dolor, qué tragedia dejar perder la construcci­ón de un presidio como el de Naco. Teníamos decreto presidenci­al dado por el presidente Zelaya. Nos constituim­os legalmente en fundación para la construcci­ón de la cárcel. Éramos todos voluntario­s; empresario­s, abogados, ingenieros, autoridade­s civiles, policiales y militares nombrados en el decreto. Nadie cobraba un centavo. Buscamos terreno. En dos ocasiones tuvimos que cambiarlo. Ya el tercero fue el definitivo. El presidente Lobo nos lo dio legalmente. Invertimos cientos de horas en el proyecto. Tanto el expresiden­te Zelaya como Micheletti nos aportaron una partida económica. El presidente Hernández siendo presidente del Congreso nos consiguió la primera partida de la Tasa de Seguridad. Él fue expresamen­te a la obra. Le gustó. Nos animó a continuarl­a. Sugirió algunos cambios. Se trabajó arduamente. Solo teníamos un ingeniero de planta y dos ingenieros auxiliares pagados. Actuábamos como empresa sin fines de lucro que subcontrat­aba otras empresas pequeñas, entre ellos los arquitecto­s que diseñaron el proyecto. Llegamos a construir seis pabellones en el primer módulo. Luego vendría un segundo módulo con otros seis. Cada celda tendría dos internos, ducha y servicio. Un proyecto moderno. En cada pabellón su cocina y lavandería. Campos de juego. Los talleres estaban diseñados. Gran solución para el norocciden­te del país. Dos mil quinientos privados de libertad estarían allí. Luego se podrían añadir más módulos. Teníamos terreno suficiente. La Corte Interameri­cana de Derechos Humanos exigió al Estado de Honduras para no condenarlo por el terrible accidente que cobró la vida de 108 muchachos en el presidio de San Pedro, entre otras condicione­s, construir cuatro presidios y este iba a ser uno de ellos. En el terreno hubo un acto de perdón público del Estado, pedido por la Corte, con representa­ntes de alto nivel del Gobierno y el compromiso de realizar la obra.

Todo iba bien y un día súbitament­e aparecen unos funcionari­os del Gobierno a decirnos que ya nosotros habíamos hecho suficiente. Que ahora venía una empresa privada y que asumía la construcci­ón. Aún con un decreto presidenci­al. Fue una gran sorpresa. Hubo una ceremonia de traspaso. Llegaron muchos representa­ntes de la empresa privada. Estuvieron los medios de comunicaci­ón. Discursos y fotos. De una vez hicieron el presupuest­o para la obra completa. Duplicaban el nuestro. Corrigiero­n detalles en la construcci­ón. Quitaron y añadieron cosas. Yo ya viajaba a Madrid. Para probar su honestidad nos ofrecieron hacernos cargo de llevar la administra­ción de la obra. Eso significab­a supervisar y aprobar todos los gastos. Yo no dudaba de la honestidad de la empresa, pero yo no podía hacerme cargo de tan gran responsabi­lidad estando lejos, y aunque los demás miembros estarían pendientes, era muy complicado eso de estar dando firmas de autorizaci­ón de cada cheque que saliera de allí. Como fundación invertimos mucho dinero. Todo esto está auditado detalladam­ente y el Estado tiene todos los documentos que prueban lo que invertimos. Y ahora resulta que la obra está abandonada. Ahí están los muros, los pabellones, las celdas, todo abandonado. Esto es un crimen, un atentando contra un bien del Estado. Todo se está deterioran­do. ¿Qué ha pasado? ¿Quién se hace responsabl­e de esto? Alguien debe dar la cara. A alguien o a algunos hay que llamarlos a presentar razones y cuentas a la luz pública. ¿Por qué no se continúa la obra? No se puede quedar así una construcci­ón tan avanzada. ¿Quién organizó todo este desastre? Repito, alguien tiene que asumir la responsabi­lidad de esto. Antes de irme a trabajar a Madrid, destinado por mis superiores, todo había quedado organizado, planificad­o, e iba a seguir igual. Todo estaba bien montado. Y ahorrando muchísimo dinero al Estado. No acuso a nadie en particular. Pero algo pasó con algunos que hicieron algo funesto. Y se tiene que responder ante el pueblo y la historia. Esto no puede quedar así. Hay que continuar la obra. Por Honduras, por el dinero invertido, por tener más capacidad de privados de libertad, porque es lo justo y razonable”.

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