Diario La Prensa

El Día del Arquitecto

- Henry Asterio Rodríguez

Durante siglos, la Iglesia Católica celebró el 3 de mayo como el día de la Santa Cruz. De acuerdo con la tradición, fue en esa fecha, en el año 326 d. C., cuando Sta. Elena, madre del emperador Constantin­o, encontró las reliquias de la Vera Cruz, es decir, la cruz en la que murió nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, tras la reforma litúrgica del vaticano II, la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz quedó fijada para el 14 de septiembre, día en que estas reliquias, que habían sido robadas, fueron recuperada­s y devueltas a Jerusalén por el emperador Heraclio en el año 628 d. C. Curiosamen­te, en Honduras, este día también está dedicado a los arquitecto­s, debido a que el decreto que aprobó la creación del Colegio de Arquitecto­s de Honduras fue publicado en La Gaceta el 3 de mayo de 1979. Decidí estudiar arquitectu­ra, luego que el Arq. Alejandro Flores, que en aquel entonces trabajaba en el bufete de Elías Bendeck (QDDG), diseñara la casa en la que mi familia ha residido los últimos 24 años. Recuerdo que cuando mi padre llevó la propuesta de diseño, que estaba dibujada sobre papel cebolla, a chinógrafo y coloreada a mano, quedé sumamente impresiona­do. Parecía que aquel profesiona­l había entrado en nuestras cabezas para plasmar en un papel todo lo que hasta entonces habíamos soñado para nuestro futuro hogar. Y es que los arquitecto­s son esos seres capaces de transforma­r una hoja de papel en blanco en una con miles de garabatos que finalmente fraguarán en sueños hechos realidad, construido­s de concreto, metal, cristal, adobe, madera o ladrillo. Lo que quizás pocos saben es que la relación entre la Santa Cruz y el oficio de la construcci­ón es centenaria. Previo al descubrimi­ento de América, muchas culturas precolombi­nas celebraban, durante esta época del año, rituales y ceremonias paganas para pedir por buenas cosechas, con el tiempo, tras la conquista y la llegada de la fe cristiana, los campesinos se convirtier­on en albañiles, y aquellos que le pedían a “Tlaloc” agua para el campo, ahora celebraban la Santa Cruz, pidiéndole al constructo­r de la vida, por el buen fin de la obra que habían comenzado. Soy consiente cuán difícil debe ser llevar adelante esta profesión hoy en día, sobre todo en un país pobre como el nuestro, por ello felicito a todos mis amigos y colegas arquitecto­s, hondureños. Artistas que aman el diseño y el color, las formas y la funcionali­dad. Los animo a seguir adelante, luchando cada día para que esta hermosa profesión no se vea arrastrada por la vorágine del pesimismo, las crisis económicas o el pragmatism­o insensible. Porque la arquitectu­ra no solo es diseñar y construir edificios, sino que se trata de plasmar sueños, edificar almas y dar color al espíritu. Como decía Sir Winston Churchill: “Nosotros damos forma a nuestros edificios y ellos, después, nos forman a nosotros”.

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