Diario La Prensa

El escándalo del covid-gate

- Andrés Oppenheime­r

El alarmante informe de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) según el cual 14.9 millones de personas murieron por la pandemia de covid19, casi tres veces más de lo que informaron los gobiernos, me hace preguntar si varios presidente­s no deberían rendir cuentas por haber encubierto la gravedad de la crisis. Muchos ya se olvidaron, pero varios jefes de Estado, incluidos el expresiden­te Donald Trump, el brasileño Jair Bolsonaro, el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el primer ministro de la India, Narendra Modi, minimizaro­n descaradam­ente la crisis sanitaria de la pandemia en 2020. En muchos casos, se burlaron de la eficacia de las vacunas y las máscaras faciales, a menudo en contra de los consejos de las autoridade­s sanitarias de sus propios países. Eso condujo a millones de más contagios, y atrasó las campañas de prevención. Según el nuevo informe de la OMS, los gobiernos de todo el mundo informaron oficialmen­te solo 5.4 millones de muertes por covid-19 en 2020 y 2021. Pero no informaron de otras 9.5 millones de muertes adicionale­s, en muchos casos porque los gobiernos no reportaron como muertos por la pandemia a personas que perdieron la vida después de que se les negó atención médica por la saturación de los hospitales. Puede que no sea una coincidenc­ia que muchas de las casi 14.9 millones de muertes por covid-19 ocurrieron en India, México, Brasil y Estados Unidos, todos países gobernados por presidente­s que minimizan la pandemia en 2020.

En Estados Unidos, Trump sabía desde el principio sobre la gravedad de la crisis, pero optó por restarle importanci­a. Trump le dijo al periodista Bob Woodward en una entrevista grabada en febrero de 2020 que el covid-19 es “algo mortal”, pero agregó que había decidido “minimizar” la pandemia para no asustar a la gente. Durante gran parte de 2020, Trump se burló de las personas que usaban máscaras faciales. Su principal preocupaci­ón era evitar una desacelera­ción económica que pudiera perjudicar sus posibilida­des de reelección. Burlándose de la pandemia. Más de un mes después de que la OMS declarara que el covid-19 era una pandemia mortal, Trump tuiteó el 17 de abril de 2020: “¡Liberen a Michigan!”, pidiéndole a sus seguidores que se rebelaran contra la prohibició­n de reuniones públicas ordenada por el gobernador demócrata de ese estado. El 21 de septiembre de 2020, Trump afirmó que el covid-19 “no afecta prácticame­nte a nadie”.

En México, López Obrador recorrió el país sin cubrebocas, hizo grandes mítines públicos y dijo en marzo de 2020 que “hay que abrazarse, no pasa nada”. Burlándose de la pandemia, aseguró que usar amuletos religiosos y no mentir ni robar lo protegía del covid-19. En Brasil, Bolsonaro dijo el 10 de marzo de 2020 que el covid-19 era “una fantasía” y continuó burlándose de quienes usaban máscaras faciales por muchos meses. En octubre de 2021, Bolsonaro dijo a los periodista­s que no quería “aburrirse” con preguntas sobre la pandemia. En India, el país que según el nuevo informe de la OMS registró el mayor número de muertes por covid-19 no reportadas oficialmen­te, Modi habló en concentrac­iones masivas donde la gente no llevaba cubrebocas, e invitó a un festival religioso al que asistieron millones. Por supuesto, uno puede argumentar que no había datos muy precisos sobre la pandemia a principios de 2020. Pero, ya para entonces, prácticame­nte todas las autoridade­s sanitarias del mundo pedían el uso de máscaras faciales y vacunas.

Quizás no tenga sentido iniciar investigac­iones penales contra Trump, Bolsonaro, López Obrador, Modi y otros que minimizaro­n la pandemia. Sería difícil probar ante una corte cualquier intención criminal por parte de ellos.

Pero la OMS debería crear una comisión de la verdad para investigar qué sabía cada uno de ellos y cuándo. Eso ayudaría a prevenir declaracio­nes irresponsa­bles de jefes de Estado en el futuro, que pueden causar millones de muertes innecesari­as. Como mínimo, una comisión de la verdad que investigue el escándalo del covid-gate podría recomendar que, en el futuro, los jefes de Estado sigan los consejos de las autoridade­s sanitarias de sus países. Si eso hubiera sucedido en los últimos dos años, habríamos salvado muchas millones de vidas.

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