Diario La Prensa

La necesidad de abrazar

- Mimí Nasthas de Panayotti

Las caricias son muy importante­s. El sentido del tacto, el lenguaje del cuerpo, no necesita palabras. Aprender a abrazar es compartir, es dar vida. Un abrazo fuerte en silencio dice mucho y, por lo general, la persona abrazada se identifica con su interlocut­or, siente su cariño hecho realidad en la expresión palpable.

Y qué decir del caso en que la persona que visitamos acaba de perder un ser querido y la abrazamos con ternura, con emoción, tratando de aliviar su dolor hasta sufriendo por ella si fuera posible. Esa clase de abrazo conforta a nuestro amigo y le ayuda a superar su dolor. El abrazar es muy fácil de hacer y es muy grato de recibir. Y, sin embargo, nos cuesta practicarl­o. Tememos tocarnos. Quizá somos tímidos y nos da miedo expresar nuestros sentimient­os íntimos o que no seamos correspond­idos. Acariciar, abrazar, tocar es usar nuestra piel en su totalidad y hacer contacto con ese mismo sentido con la otra persona, en un intercambi­o vital y cariñoso. Es solidariza­rnos y hacernos uno con el otro.

Es sentirnos amados y protegidos. Además, la piel sin el contacto humano se marchita, aunque nos llenemos de crema por las mañanas y por las noches. No evitaremos las arrugas si no alimentamo­s este órgano adecuadame­nte con el tacto, la caricia, el calor, en expresione­s sinceras de cariño y amistad.

Sentir en los dedos, hechos para el tacto, las diferentes variacione­s de las plantas, flores y árboles. Los animales están aún más cerca. Dicen que Dios hizo al gato para que el hombre pudiera acariciar al tigre. Es vida tocando la vida.

No deje pasar el día sin darle un abrazo a su hijo, a sus personas queridas.

“APRENDER A ABRAZAR ES COMPARTIR, ES DAR VIDA. UN ABRAZO FUERTE EN SILENCIO DICE MUCHO”.

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