Diario La Prensa

¡Otra vez sin electricid­ad!

- Renán Martínez TULIO.MARTINEZ14­4@GMAIL.COM

Sucede cada vez más a menudo. Un día cualquiera nos levantamos procurando rescatar nuestra energía física para enfrentar las tareas diarias cuando de repente: ¡zas, se fue la luz! Los alimentos sobre la estufa eléctrica quedan a media cocción, es decir que no habrá desayuno ni almuerzo; la muchacha que estaba en su cuarto trabajando en línea o el pequeño que hacía sus tareas escolares, deben salir a la carrera a buscar un lugar en donde poder conectarse de nuevo al internet. Los más infortunad­os son quienes, por alguna razón, se quedarán en casa ahogándose de calor; comiendo alimentos helados, si no tienen estufa de gas, o incomunica­dos hasta que regrese la imagen a su televisor, si este no se quema con la repentina acometida de la corriente. Estos apagones ocasionan un golpe fuerte para la economía pues son millones de lempiras los que se pierden diariament­e, estiman los expertos. Durante el último apagón observé en mi colonia una cuadrilla de trabajador­es de la Empresa Energía Honduras (EEH) haciendo uso de sofisticad­as máquinas elevadoras para cortar las ramas de los árboles que hacían contacto con las líneas del tendido eléctrico, muertas en ese momento. En cuestión de segundos aquellos aparatos audaces hacían picadillo, en el aire, el follaje obstructiv­o y lo convertían en una especie de confeti vegetal que era lanzado

“SUCEDE CADA VEZ MÁS A MENUDO. UN DÍA CUALQUIERA NOS LEVANTAMOS (...) CUANDO DE REPENTE: ¡ZAS, SE FUE LA LUZ !”

por presión de aire a un compartimi­ento especial. Esos trabajos de mantenimie­nto de líneas eran la razón por la cual ese día se había suspendido el servicio de energía eléctrica en todo el circuito formado también por otras colonias. El viejo conductor de uno de los vehículos de EEH me explicó que el corte fue programado, pero que también hay otros apagones que no se anuncian porque surgen inesperada­mente cuando se dispara una cuchilla o interrupto­r debido al recalentam­iento de las líneas. Todos ellos lucían el uniforme color naranja suave con el logotipo de una guacamaya, símbolo de la hondureñid­ad, usada por la empresa colombiana contratada por la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE).

Los constantes apagones son parte del mal servicio que presta la estatal derivado de su crisis. Esta situación no se justifica porque la empresa cuenta con una inmensa clientela fija que no debería fallar con el pago de su factura si la ley tijera fuera pareja. Coincido con el viejo conductor y la mayoría de los hondureños en que la corrupción es la termita voraz que en mayor grado ha contribuid­o a la quiebra de la estatal con la consecuent­e crisis energética. La trama de corrupción comenzó a armarse hace unas tres décadas entre el sector público y privado. Ahora se están sintiendo con mayor fuerza sus efectos.

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