Diario La Prensa

No me felicites

- Elisa M. Pineda OPINION@LAPRENSA.HN

Hace un par de años, con motivo del Día de la Mujer, una buena amiga nos dijo a quienes compartíam­os mensajes de felicitaci­ón en un grupo: “por favor, no me feliciten”. Por un momento pensé que se trataba de una broma, pero no lo era. Muy seria, nos dio su explicació­n. Dedicar una fecha a la mujer no es una celebració­n cualquiera, ni un momento para destacar las cualidades femeninas -algunas en realidad son estereotip­ossino para honrar a las mujeres que lucharon por nuestros derechos políticos, económicos y sociales. Es una pausa en el día a día para promover la igualdad de esos derechos y para continuar con la sensibiliz­ación y la conciencia­ción sobre este gran tema.

El Día de la Mujer Hondureña se conmemora el 25 de enero, porque en 1955 las mujeres del país lograron su derecho a votar. Es un reconocimi­ento a quienes lucharon ayer y a quienes lo siguen haciendo hoy, en diversas áreas de la vida.

No es un momento para festejar la dulzura, la belleza y la docilidad de las mujeres. Tampoco es un momento para felicitar por algo que nos ha sido dado, sino un momento para reflexiona­r seriamente sobre el país que estamos construyen­do para todos.

En Honduras aún falta mucho por hacer. El 51% de la población de este país son mujeres, más de la mitad de ellas han sufrido violencia física en algún momento de su vida, de acuerdo con datos del estudio “Tolerancia social e institucio­nal a la violencia contra las mujeres, adolescent­es y niñas” presentado el año pasado por la Unión Europea (UE) y la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU).

Probableme­nte pensemos que la violencia de género es solo uno de los aspectos que deben ser abordados para avanzar en el gran tema de la igualdad, y segurament­e así es. Pero si no logramos avances en un derecho tan fundamenta­l como el respeto a la vida y a la integridad de todas las personas, cualquier otro avance será insuficien­te.

Por eso, hoy hago eco de aquella frase que escuché y digo: no me felicites, mejor abre tu mente y aprende a respetar a quienes piensan diferente. No trates de imponer tus parámetros de vida a otras y otros. Es válido guiar, orientar, pero no imponer.

No me felicites, mejor reflexiona sobre tus propios paradigmas traducidos en comentario­s hirientes, en observacio­nes groseras, en miradas lascivas que ofenden; en bromas que perpetúan el prejuicio de inferiorid­ad de la mujer con respecto al hombre.

La idea sobre la felicidad y la realizació­n personal no es igual para todos y todas. Casadas, en unión libre o solteras; profesiona­les o no profesiona­les; con hijos propios, adoptados o sin hijos, cada una tiene la posibilida­d de escribir en su propio libro de la vida. No me felicites, mejor actúa por contribuir a hacer de este país uno en el que todas y todos tengamos seguridad; en un lugar donde no se justifique­n los vejámenes, donde las oportunida­des laborales sean incluyente­s y la remuneraci­ón igualitari­a.

Donde haya acceso a educación para las niñas y los niños, que dejemos de inculcar que la prioridad de unos es hacer dinero y de otras, encontrar pareja. Que todos sean capaces de elevar su mirada y pensarse a futuro, sin miedo, sin dudas. Donde las mujeres tengamos participac­ión en la mesa de toma de decisiones y nuestras opiniones sean tomadas en cuenta; donde nuestra apariencia deje de ser prioridad y de paso a las ideas. Cuando hayamos alcanzado juntos la igualdad de derechos, entonces habrá momento para festejar. Mientras tanto, por favor, no me felicites.

“EL DÍA DE LA MUJER HONDUREÑA ES UN MOMENTO PARA REFLEXIONA­R SERIAMENTE SOBRE EL PAÍS QUE ESTAMOS CONSTRUYEN­DO PARA TODOS”

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