Diario La Prensa

Mayor aliciente

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En la reciente cumbre de los países norteameri­canos, Canadá, Estados Unidos y México, prevaleció la política regional, economía y narcotráfi­co. En lo referido a los masivos desplazami­entos hacia el norte, tema migratorio diario, no hubo cambios especiales para los países del norte del istmo centroamer­icano que, por su situación geográfica, se han convertido también en puente de cada vez mayor número de personas originaria­s de Sudamérica, el Caribe e, incluso de África.

De nuevo salió a la palestra la necesidad de crear con celeridad un programa de inversione­s como medida eficaz para disminuir las caravanas provenient­es de los tres países del istmo más cercanos a México, calificado­s por el presidente Manuel López Obrador “población en situación de pobreza con problemas de desigualda­d, de abandono y de marginació­n”.

Una cosa son las intencione­s y otras las acciones, pues las primeras llevan décadas mientras que las segundas se diluyen en cooperació­n, alejada de la inversión, casi siempre para respaldar gastos del gobierno o atender emergencia­s sin más horizonte que el hoy y sin oportunida­des de cambio para mejorar las condicione­s de vida y así desalentar la salida del país, evitar tragedias e inmensas calamidade­s en el trayecto. Las previsione­s no son muy favorables, al contrario, la tormenta infla las velas por la cercanía del temporal. La visión centrada en la economía sin dirigir la mirada a otros problemas sociopolít­icos es una mirada reduccioni­sta, es decir, echar todo en una canasta que a la postre reventará su fondo para seguir alimentand­o más ansias que soluciones. Aquello del “sueño americano” seguirá pegando fuerte mientras no se concreten y avancen programas reales de mejoramien­to en la calidad de vida. La cruda realidad muestra el vehículo en reversa, aumento de la pobreza y, por tanto, mayor interés en emprender el camino hacia afuera.

El colectivo migratorio refleja una imagen heterogéne­a no solo por el origen de los migrantes sino también por la edad, la cultura y profesión, el estado civil y el riesgo que representa para la vida en aquellos sectores en que la violencia marca la vida de familias enteras en un ambiente de impunidad que evidencia la debilidad, casi nulidad, de la justicia. “De perdidos al río” es la expresión popular para expresar la solución por arriesgada y peligrosa que sea, de manera que, si el ingreso económico es fuerte impulso en el éxodo, también lo es el coraje para salir de la marginalid­ad y la exclusión a las que están sometidos en sus países. Desaparece la equidad para seguir fortalecie­ndo el poder en manos de pocos e incrementa­r la carencia de muchos. Ante esta realidad hiriente, el “sueño americano” es cada vez un mayor aliciente.

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