Diario La Prensa

Historia monetaria

- José Azcona OPINION@LAPRENSA.HN

A lo largo del tiempo las monedas se definían en función al monto de metal precioso que contenían.

Los avances de la economía mundial fueron reflejándo­se en la evolución de la moneda. Para finales del siglo XIX e inicios del XX el metal precioso solo existía como una reserva y no circulaban libremente. Por tanto, un proceso de devaluació­n sería al igual que en tiempo de los romanos una disminució­n del metal precioso en la unidad monetaria, aunque este no circulara. El sistema de Bretton Woods establecid­o en 1944 creó un sistema de intercambi­o fijo, que con el mecanismo que limitaba los procesos de fluctuació­n de los valores de las monedas, creando una estabilida­d monetaria y cambiaria sin precedente.

Sin embargo, el valor de minerales preciosos tenía progresiva­mente menos relación con la actividad económica, y los desbalance­s y complejida­d fueron creciendo. Finalmente, esto causó que el sistema se volviera obsoleto. En 1971 Estados Unidos abandona el patrón oro, de forma casi simultánea con las demás economías avanzadas, lo cual hizo que las monedas comenzaran a flotar unas con otras. A partir de entonces comienza el movimiento dinámico de los valores de las monedas que eran fijados sin ningún ancla común.

La moneda de los países con superávit comercial tiende a querer subir de valor, y las que tienen un déficit a bajar. En el caso de Honduras hasta que se constituyó el Banco Central en 1950 ni existía ni podía existir una política monetaria. Esta función se había delegado a la banca privada, o circulaban monedas extranjera­s o remanentes de moneda colonial.

Entre ese período hasta inicio de los 1980 la estabilida­d de la moneda estaba garantizad­a por la escasa demanda de importacio­nes, y fuentes estables (aunque pequeñas) de divisas.

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