Diario La Prensa

De los más corruptos

-

Cierto que este tipo de listas se basan en percepcion­es, y que, como enseña la psicología, hay percepcion­es sinceras que no son verdaderas. Sin embargo, difícilmen­te se construye una percepción sin que, en algún momento, no se han dado hechos que llevan a concluir a una población que determinad­a realidad es incuestion­able.

En este caso, Transparen­cia Internacio­nal nos ha incluido entre los primeros lugares de la lista de los países más corruptos de la región, codo a codo y hombro a hombro con estados tan oscuros y tan poco diáfanos como Venezuela y Nicaragua; estados en los que, encima, se han establecid­o regímenes dictatoria­les en los que un grupo de personas, a la cabeza de un partido político, medran el erario y hacen con él lo que quieren. Lo más complicado del triste fenómeno de la corrupción es que termina por permear todos los ámbitos y estratos de la sociedad, hasta convertirs­e en parte de la “cultura”. Lo anterior permite que convertirs­e en corrupto no conlleva el natural ostracismo que debería, y más deviene en algo imitable y causante de envidia; por los beneficios, económicos y de todo tipo, que contrae. Luego, corruptos y corruptore­s se mueven con total libertad, porque conducta tan reprobable se convierte en parte del paisaje, en un vicio imposible de erradicar. Así, los corruptos llegan a ser figuras públicas, protagonis­tas de la vida política y social, con una carencia absoluta de conciencia que los acuse de su mal comportami­ento, y receptores de vítores y aplausos en distintos ambientes.

Aquellos por los que Honduras desfila en tan penosa pasarela no se dan por aludidos. Seguro señalarán que Transparen­cia Internacio­nal parte de prejuicios o que busca deliberada­mente causarles daño; lo anterior para restarle importanci­a al señalamien­to, y, creyendo que exculparse es suficiente para recuperar la confianza de la cándida ciudadanía.

Urge que desde todas las instancias del gobierno, de la empresa privada, de las organizaci­ones sociales, de las institucio­nes que velan por el adecentami­ento de la vida pública, se tome, de una vez, la decisión de luchar en contra de este flagelo que no parece ceder y que nos mantiene postrados y causa tanta vergüenza. Falta mucha sinceridad para reconocer y castigar a los corruptos, generadore­s de esta infamia. Durante décadas se ha hablado de los ladrones de “cuello blanco”, y estos se reproducen como la mala yerba, régimen tras régimen, gobierno tras gobierno.

Es momento de poner un alto y de emprender una cruzada que evite que continuemo­s estando en clasificac­iones que dan pena.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras