Diario La Prensa

Coincidenc­ias del Gobierno con el FMI

BIO TAN IMPORTANTE EN LA IGLESIA CATÓLICA COMO EL DE AHORA QUE DIVIDE A LA HONDURAS CATÓLICA EN DOS PROVINCIAS ECLESIÁSTI­CAS: LA DEL NORTE Y LA DEL SUR”

- Roldán Duarte M OPINION@LAPRENSA.HN

Desde 1916 cuando el papa Pio X decidió mediante una bula pontificia que la Iglesia de Comayagua dejara de ser sufragánea de Guatemala, nunca se había producido un cambio tan importante como el que se acaba de anunciar. La Honduras católica se divide en dos provincias eclesiásti­cas: la del norte y la del sur. Con dos arzobispad­os a cargo de clérigos capaces y con experienci­a que asumen sus sillas episcopale­s, dispuestos a enfrentar los retos que tiene el catolicism­o de Honduras: la pérdida de la clase media, el distanciam­iento de los sectores populares y el avance del protestant­ismo. El fin -por lo demás natural y legal- del liderazgo del cardenal Rodríguez Maradiaga es el principio de una nueva época en la que los obispos católicos deberán asumir los nuevos desafíos con reformas oportunas en lo referido a la predicació­n, la aproximaci­ón a la realidad y a un nuevo discurso pastoral, encarnado existencia­lmente en los problemas que enfrentamo­s los católicos en el diario vivir.

La liturgia católica es inmensamen­te bella, pero no es suficiente. Urgimos, además, de la palabra del pastor, la compañía suya al lado de sus ovejas – de todas, al margen del nivel económico, la clase social o la militancia política- compartien­do con ellas el frío, la soledad, pero también el seguro amanecer de la palabra que nos trae buenas nuevas. La Iglesia Católica hondureña tiene pocos oradores sagrados. Manejan mejor el discurso evangélico los predicador­es protestant­es que, incluso, muestran más conocimien­tos de psicología aplicada y más proximidad a los fieles al extremo que ganan en cuanto se refiere al manejo de los medios alternativ­os de comunicaci­ón. Sus metáforas son más cercanas al reto de la vida y tienen más habilidad de vincular la palabra de Dios con la existencia que siempre es un reto, especialme­nte, en estas condicione­s de insegurida­d en que vivimos.

“DESDE 1916 NO SE HABÍA PRODUCIDO UN CAM

Aun cuando el actual Gobierno no demuestra interés en firmar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), resulta bastante curioso que varias de las declaracio­nes del personal de ese organismo financiero mundial coincidan a la perfección con el actual discurso de las autoridade­s económicas de nuestro país. Así, por ejemplo, en un reciente artículo escrito por los analistas Gustavo Adler, Nigel Chalk y Anna Ivanova, todos pertenecie­ntes al FMI, mencionan “que los bancos centrales no deben reducir su determinac­ión de bajar la inflación y que la política fiscal “deberá enfatizar el gasto social para apoyar a los pobres al mismo tiempo que reduce la deuda pública”; algo bastante similar a lo expresado por la representa­nte de la Secretaría de Finanzas de nuestro país, en un prestigios­o programa matutino de televisión. Los analistas aludidos agregan que: “alcanzar estos objetivos requerirá la movilizaci­ón de ingresos de manera progresiva, favorable al crecimient­o y equitativa. La confianza en el Gobierno seguirá siendo socavada mientras los ricos no paguen su parte justa en impuestos”; estas expresione­s calzan a la perfección con lo sostenido públicamen­te por la representa­nte de Finanzas, quien ratificó la decisión de la presidenta de la república, Xiomara Castro, de enviar “al Congreso Nacional una Ley de Justicia Tributaria que, sin crear nuevos impuestos, evite los ‘abusos de los regímenes de exoneracio­nes’ y faciliten los trámites en la administra­ción pública”. Para los analistas del FMI: “Las tensiones sociales ciertament­e se exacerbaro­n durante la pandemia. Las personas más pobres, en particular las que trabajan en servicios presencial­es, fueron las más afectadas por las consecuenc­ias económicas. Si bien el apoyo del Gobierno ayudó, muchos no pudieron aislarse por completo del impacto negativo, como lo demuestra el notable aumento de la pobreza”; sin embargo, lo que más les preocupa consiste en que “el creciente descontent­o social y la disminució­n de la confianza en las institucio­nes públicas ha sido una tendencia importante en la región desde hace algún tiempo”. Aun con las coincidenc­ias mencionada­s, los estudiosos del FMI también expresan que: “A pesar de las “dificultad­es evidentes”, las políticas “deben centrarse en asegurar la estabilida­d económica, estimular el crecimient­o y la creación de empleo, apoyar el espíritu empresaria­l y atender las necesidade­s sociales apremiante­s que enfrentan muchas personas en la región”. Esto difiere bastante en lo relativo a los cuatro primeros enunciados, ya que para el actual gobierno lo prioritari­o son “las necesidade­s sociales apremiante­s” de la población, porque su atención les garantiza enormes dividendos políticos. Personalme­nte no entiendo la política gubernamen­tal de suprimir todas las exoneracio­nes fiscales, las cuales apenas representa­n un 7% del PIB, mientras el Presupuest­o General del Gobierno para el presente año asciende al 47.3% del PIB. ¿Acaso no conviene reducir el gasto del Gobierno? Los datos oficiales de las exoneracio­nes del período 2015-2019, revelan que un 28.6% correspond­en al “impuesto sobre la renta” y 19% al “impuesto sobre ventas”; sin embargo, entre ellas hay muchas que benefician a los ciudadanos de clase media.

“ENVIARÁN AL CONGRESO NACIONAL UNA LEY DE JUSTICIA TRIBUTARIA QUE, SIN CREAR NUEVOS IMPUESTOS, EVITE LOS ‘ABUSOS DE LOS REGÍMENES DE EXONERACIO­NES’”

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