¿Qué jugar?
Las competencias sociales son aquellas que determinan cómo se relacionan con los demás e incluyen la empatía, la preocupación por los otros, la buena comunicación, la resolución de conflictos y el trabajo en equipo.
La importancia de jugar con ellos. Para los niños y niñas, la mejor manera de jugar es en compañía de sus padres, mediante juegos dirigidos en los que se encuentre la oportunidad de educar y reforzar las habilidades de los hijos.
“El juego simbólico o imaginativo es el principal en la etapa de 1 a 3 años. De los 4 en adelante, los niños hacen más estructurado su juego con normas y reglas porque ya empiezan a seguir instrucciones”.
El juego físico y el de manipulación ( juegos con botones, música o palancas) se pueden ir mezclando con el imaginativo para lograr más variedad de opciones.
“Uno de los grandes problemas que llevan a la consulta terapéutica es que no hay una interacción, y el juego es una oportunidad de que los padres volteen a ver a sus hijos y sepan cómo se están desarrollando”, dice la pedagoga Rosalba González. Ella coincide con la psicóloga educativa Susana Guerra en que cuando los niños crecen sin juegos dirigidos por sus padres y seres queridos, pueden presentar limitaciones cognitivas y socioafectivas. “Pueden tener limitaciones
para interactuar con otros niños, pueden ser solitarios, tímidos o que no controlan los límites, se enojan y son agresivos”, detalla González.
En este escenario, el exceso de uso de aparatos electrónicos puede ser igual de peligroso para los chicos, a largo plazo, principalmente en la autorregulación emocional. “Hay una proclividad a la adicción. Entonces, a un niño ya no le puedes quitar la tablet porque llora, se enoja, se frustra o te agrede”.