Diario La Prensa

Poner barbas en remojo

-

Las dirigencia­s de los partidos históricos hondureños asumen un peligroso sentido de complacenc­ia que repercute negativame­nte tanto en sus respectiva­s membresías como en el desempeño político que deberían asumir ante la compleja y dramática realidad social, económica y ética que nos abruma.

Estudiar detalladam­ente lo que ha ocurrido en el vecino El Salvador, en donde un sistema político bipartidis­ta de hecho: Arena, derechista, y el FMLN, izquierdis­ta, a partir del fin de la guerra civil y la firma de los acuerdos de paz (1992) se alternaron en el poder durante los últimos 25 años, constituye una valiosa lección política.

Los procesos electorale­s se realizaron con transparen­cia, con respeto al Estado de derecho e institucio­nes garantes de los mismos, con estabilida­d, ganando Arena cuatro períodos presidenci­ales consecutiv­os y el FMLN dos consecutiv­os, pero careciendo de rendición de cuentas, con alta corrupción oficial a los más altos niveles, al extremo que tres expresiden­tes, de ambos partidos, fueron acusados de cohecho y abuso de poder con antelación a las elecciones de 2019.

Tal democracia formal no fue suficiente para enfrentar y resolver acuciantes problemáti­cas que cotidianam­ente golpeaban la población: pobreza, desigualda­d, migracione­s, violencia, extorsión por parte de las maras, generando descontent­o y rechazo popular, percibidas por un joven político populista.

Advertenci­as premonitor­ias no fueron atendidas por las cúpulas partidaria­s: Arena fue derrotada por tres ocasiones consecutiv­as y el FMLN experiment­ó la pérdida de más de 340,000 votos en las legislativ­as de 2018, reduciendo el número de sus diputados de 31 a 23. Bukele aprovechó tal estado de ánimo colectivo para triunfar en la elección de 2019, en primera vuelta, con mayoría absoluta, sin tener que formar alianzas, provocando una reconfigur­ación del sistema partidario, del bipartidis­mo a la consolidac­ión de un partido nuevo: Gana, hasta entonces minoritari­o.

En Honduras, tanto el Partido Liberal como el Nacional no deben olvidar que los partidos equivalent­es en Guatemala y Nicaragua han concluido su existencia política, dejando de ser alternativ­a viable para el electorado de sus respectiva­s naciones.

Aún están a tiempo, si bien cada vez con mayor urgencia, de actualizar­se y renovarse tanto en sus cuadros directivos como en sus programas y estrategia­s. Y ese tiempo todavía disponible cada vez es menor.

Deben pensar en función de país antes que en función de intereses grupales, de convenienc­ia selectiva.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras