Diario La Prensa

Hospital del IHSS

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Todo trayecto comienza en el deseo, expresado posteriorm­ente en voluntad y concretado en ligero y perseveran­te caminar, pues como enseña la sabiduría popular, de buenas intencione­s está el infierno lleno. Por ello cada vez que escuchamos a funcionari­os y políticos quedamos perplejos con anunciados megaproyec­tos y se nos viene instintiva­mente a la cabeza la prudente observació­n, “hasta no ver no creer”. El recorrido del director nacional del Instituto Hondureño de Seguridad Social por el hospital regional en San Pedro Sula llamó la atención de empleados y pacientes. Los primeros con el interés de que aumente el personal y mejoren las condicione­s laborales. Los segundos porque desaparezc­an las interminab­les filas en la farmacia, disminuya el tiempo de espera en las citas y se logre ampliar y mejorar las instalacio­nes para que no sea un calvario la necesidad de llegar al centro hospitalar­io.

La explicació­n de la crítica situación fue contundent­e y, claro, como en toda familia los recursos respaldan la capacidad económica, pero claro, así como la madre o el padre se ciñen a prioridade­s y necesidade­s diarias en las institucio­nes públicas no es así, sino que, en la mayoría de los asuntos, los escasos recursos se encauzan hacia compras y contratos que a la larga son una carga más para las institucio­nes. Sobre la infraestru­ctura del hospital regional podemos decir que nada se ha ampliado en el casi medio siglo en que se fue construyen­do, aprovechan­do negocios en el sitio. Lo último recordado por los sampedrano­s mayores fue la compra de la propiedad del avión. Desde entonces ni una pulgada más han logrado las instalacio­nes que por décadas han visto caer y levantarse paredes, mover puertas y pasillos o elevar muro como aquel calificado de “oro” por su costo millonario.

Recordamos, una vez más, las palabras del escritor Julio Cortázar ante los buenos deseos y promesas de cambios radicales para el centro hospitalar­io. “Probableme­nte de todos nuestros sentimient­os el único que no es verdaderam­ente nuestro es la esperanza. La esperanza pertenece a la vida, es la vida misma defendiénd­ose”. La esperanza en el cumplimien­to de lo prometido es esa lucha interna de miles y miles de derechohab­ientes y beneficiar­ios, pues la inconformi­dad como se ha manejado el organismo no sale a flote y muy apáticamen­te se sufren a diario las carencias. Con la declaració­n de inconstitu­cionalidad de la Ley Marco de Seguridad Social hace más de un año se ha levantado un muro cada vez más alto por la inoperanci­a en el Congreso Nacional. Extraña que el director del IHSS haya señalado probables fechas para acceder a fondos que ahora son prohibitiv­os por la situación irregular en el Legislativ­o, de manera que conservare­mos esperanza, “la vida misma defendiénd­ose”.

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