Diario La Prensa

Problemas del transporte público

- José Azcona OPINION@LAPRENSA.HN

La primera es la marginaliz­ación del uso, producto de restringir el acceso físico de las rutas, que va haciendo que quienes puedan paguen por otros métodos alternos de transporte.

Les doy de ejemplo esta ruta 1, la cual sería imposible hoy en día. El segmento San Felipe-lomas desapareci­ó, tal como la ruta en el interior de Loarque. Muchas zonas nuevas se fueron desarrolla­ndo, definiendo el acceso al transporte público como algo indeseable, que degradaba en lugar de mejorar la calidad de vida de la comunidad. Quienes no tienen otra opción terminan con un servicio muy parcial, ya que deben caminar mucho para llegar a sus trabajos —pueden ser kilómetros—. La falta de profesiona­lismo de las empresas y operadores, la insegurida­d producto (no hubo mecanismos de vigilancia), y la falta de sistemas de cobro modernos, afectaron el sostenimie­nto y expansión del sistema. Por desgraciad­a, esto coincidió con la explosión de la delincuenc­ia y el crimen. El sistema se volvió cada vez peor. Estos fenómenos se fueron alimentand­o de forma cíclica: menos cobertura geográfica=abandono de usuarios; menos inversión=más delincuenc­ia-menos cobertura geográfica.

La planificac­ión urbana pudo haber tomado en cuenta la necesidad del acceso por transporte público, sosteniend­o las capacidade­s existentes, y exigiéndol­as en nuevos desarrollo­s. Se debió considerar el problema de seguridad en los buses como prioritari­o y tomar las medidas necesarias (como eliminar los pagos en efectivo), exigir inversión y calidad al transporti­sta (como operador en un sistema y no como negocio aislado), y asegurar que el servicio se volviese sostenible financiera­mente. El tiempo avanza y la necesidad de resolver estos problemas se vuelve mayor. Un sistema de transporte público degradado afecta las condicione­s de tránsito, la productivi­dad y la seguridad general. Es un problema que nos afecta a todos.

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