Diario La Prensa

Los retos para Odir

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El recién electo rector de la Universida­d Nacional, el Dr. Odir Aarón Fernández, tiene ante sí una colosal tarea cuyos resultados están en relación directa con el futuro del país. El Estado hondureño invierte muchos millones de lempiras en nuestra máxima casa de estudios y, por lo mismo, es justo que ese esfuerzo económico, con el que contribuim­os todos los que tributamos, se vea recompensa­do. Hay, además, que tomar en cuenta que, por mandato constituci­onal, la Unah organiza y dirige todo el nivel de la educación superior: otras cinco universida­des públicas y dieciséis privadas, con lo cual la responsabi­lidad es mayúscula porque abarca la formación de todos los profesiona­les que egresan de educación superior, cuya labor incidirá profundame­nte en el desarrollo del país.

En el contexto en el que el doctor Fernández asume la rectoría de la Unah va a exigir de él no solo mucho trabajo y una gran capacidad de diálogo y de búsqueda de consensos con los distintos actores que inciden en la vida del alma máter.

Tiene, en primer lugar, que lidiar con los políticos del patio. De hecho, algunas voces señalaron en su momento que él era al candidato de Libertad y Refundació­n y que el coordinado­r de ese partido había cabildeado intensamen­te para colocarlo en la rectoría. Lo cierto es que Fernández tiene méritos propios suficiente­s y no consta que milite o haya militado en Libre. Pero, igual, por la importanci­a que la universida­d tiene en la vida nacional, no nos debe resultar extraño que nuestros políticos, sobre todo los que detentan el poder, quieran extender su dominio hasta la academia.

El nuevo rector también tendrá que mantener un diálogo cercano con los estudiante­s. Aunque la paridad universita­ria es cosa del pasado, los estudiante­s tienen representa­ción en los órganos de gobierno y, además, son los primeros beneficiad­os si el manejo de la Unah es exitoso y los primeros afectados si no lo es.

Al doctor Fernández le toca mantener el orden administra­tivo logrado durante las dos últimas gestiones; la de Julieta Castellano­s y la de Francisco Herrera, y eso implica llevarse bien con un poderoso sindicato de trabajador­es y una asociación de docentes también muy beligerant­e.

Pero, sin duda, el reto mayor tiene que ver con la vigilancia sobre la calidad de los servicios académicos que se brinden en la Unah y en todo el sistema de educación superior, sin excepcione­s.

Los hondureños debemos desearle al nuevo rector el mayor de los éxitos. Lo que tendrá en sus manos no es poco y compromete el futuro del país entero.

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