Corazón espiritual
Enclavado en las afueras de la capital de Honduras se encuentra un santuario que desde hace siete décadas ha tejido su espiritualidad en la historia y el corazón de la nación. En ella se resguarda y rinde culto a la Virgen de Suyapa, quien, con su diminuta efigie de madera, es más que una figura religiosa; es un símbolo de fe y devoción que ha moldeado la identidad cultural del pueblo hondureño por casi tres siglos. La historia se remonta al siglo XVIII cuando en la aldea de Suyapa, el labrador Alejandro Colindres y su primo, el niño Lorenzo Martínez, encontraron una pequeña imagen de la Inmaculada Concepción de María. Este hallazgo marcó el inicio de una devoción que se expandiría poco a poco por todo el país.
La estatuilla, tallada en madera de cedro, de seis y medio centímetros de alto, representa a la Madre de Dios en una posición maternal. Su simplicidad contrasta con la profunda conexión espiritual que los hondureños sienten hacia ella. Es digno de destacar el papel que el Santuario de nuestra Señora de Suyapa, juega hoy en día en la identidad religiosa de los hondureños, y que desde el 9 de septiembre de 2015 es basílica menor.
Con su arquitectura imponente, construida sobre una pequeña colina, el templo se eleva como un auténtico monumento a la fe, símbolo de protección, guía y auxilio celestial. Nada de esto sería posible sin el auspicio de los dos últimos arzobispos de Tegucigalpa, Mons. Héctor Enrique Santos S.D.B y S.E. Mons. Óscar Andrés Card. Rodríguez Maradiaga
“LA MORENITA NO ES SIMPLEMENTE UNA FIGURA RELIGIOSA; SE HA VUELTO UN FARO ESPIRITUAL QUE ILUMINA EL CAMINO DE NUESTRA NACIÓN”
S.D.B. Así como el trabajo incansable de todos y cada uno de los párrocos que han llevado su administración, durante setenta años, pero especial mención, merece el padre Carlo Magno Núñez, su actual rector, quien, con inteligencia, diligencia, amor y eficacia, junto a la fundación Suyapa, han sabido transformar a este santuario mariano, en el corazón espiritual de todo Honduras. Cada año este centro devoción al acoge a miles de peregrinos, especialmente durante la novena previa a la festividad del 3 de febrero, que este año conmemorará el 277 aniversario del hallazgo de la Virgen de Suyapa. Así, la Basílica se convierte en un espacio de encuentro espiritual, donde los fieles hallan consuelo y renuevan su fe. Definitivamente, la devoción a la Virgen de Suyapa ha dejado una marca indeleble en la cultura hondureña. Su imagen se encuentra en hogares, iglesias y corazones, simbolizando la unidad espiritual del pueblo, todo un signo profético, pues la fe en la Madre ha fortalecido los lazos de hermandad, proporcionado consuelo a una Honduras fraccionada y dividida. La morenita no es simplemente una figura religiosa; se ha vuelto un faro espiritual que ilumina el camino de nuestra nación.
Su presencia en la vida de la gente trasciende lo religioso, convirtiéndose en un símbolo de esperanza, amor maternal y fortaleza en la adversidad. En la quietud de Suyapa, su espíritu perdura, guiando a generaciones de hondureños hacia la luz de la fe. ¡Que viva la Virgen de Suyapa!