Diario La Prensa

¿Pasó de moda la cortesía?

- Emilio Santamaría S. POSITIVO@EMILIOSANT­AMARIA.COM

Entre los antiguos griegos era costumbre al invitar a un personaje a comer que, según la categoría del agasajado, así era el número de personas que se invitaban al banquete. Claro, la cortesía les resultaba muy costosa, pero también era muy mal visto el hacerse esperar en cualquier reunión. Era la razón por la que el dueño de la casa estaba siempre al frente, esperando la llegada de los invitados. Y esto era, por supuesto, un signo de cortesía. Hoy en día, muchas personas consideran anticuado cualquier gesto de cortesía. Les parece casi tonto, al ir manejando, ceder el paso a un peatón. Sienten que ceder el asiento a una mujer en el autobús o ayudar a una anciana a cruzar la calle es cosa del pasado. Por eso, monseñor Fulton J. Sheen solía decir en sus famosas charlas radiofónic­as que hoy en día el único lugar en que se puede encontrar “cortesía” es en el diccionari­o.

Donde frecuentem­ente suele prescindir­se de la cortesía es al tratar con quienes tenemos confianza. El hogar, por ejemplo. Dale Carnegie decía que hay quien recriminar­ía a sus hijos cosas que jamás mencionarí­a siquiera a un invitado que incluso le cayera mal. En lo personal, creo que los pequeños actos de cortesía son como el aceite en una maquinaria, reducen las fricciones y hacen marchar la vida más suavemente. Decir “gracias” y “por favor”, lo percibamos o no, afectará positivame­nte a toda la familia, cosa muy importante para la paz y felicidad en todo hogar. Ser puntual con los que queremos y considerad­o con ellos nos hace mucho más respetados. Y además enseñaremo­s con el ejemplo, lo que realmente no tiene precio.

Pero si hay una cualidad necesaria para lograr esto es sin duda el respeto. Y hay que reconocer que es esta una cualidad poco abundante entre la gente común. Peter Drucker decía que en los negocios el respeto es cualidad de gente realmente importante. Nadie se rebaja siendo atento con los demás. Recordemos que Cristo no dejó de ser Dios por el hecho de lavar los pies a los apóstoles.

Considerar absurda la cortesía diaria, algo pasado de moda.

Cultivar la cortesía diaria con respeto y sentido común. Y cosechar así los enormes beneficios que nos trae el aplicarla.

“DECIR ‘GRACIAS’ Y ‘POR FAVOR’, LO PERCIBAMOS O NO, AFECTARÁ POSITIVAME­NTE A TODA LA FAMILIA”.

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