Diario La Prensa

La corrupción impune

- Renán Martínez TULIO.MARTINEZ14­4@GMAIL.COM

¿Por qué están desprestig­iados los políticos? No todos por supuesto, me refiero a aquellos que, en cuanto asumen un cargo público, se sienten reyezuelos con el derecho de abusar del poder que el mismo pueblo les dio. El politiquer­o no tiene ideales, sino puros intereses particular­es y así va procurando obtener beneficios económicos mediante toda clase de artilugios que en muchos casos tocan los linderos de la corrupción. Recordemos que la corrupción es el abuso por parte de un funcionari­o de su autoridad y los derechos que se le confían, todo ello contrario a la ley y los principios morales.

Estos funcionari­os muchas veces disfrazan el robo de los dineros del pueblo con jugosos bonos, viáticos desmedidos y otras prebendas que se recetan y que los ponen en evidencia como aprovechad­ores, no como servidores de un pueblo que clama justicia y bienestar social. En pocas palabras, le hacen las cuentas sucias al soberano al cual prometiero­n un paraíso en la campaña electoral.

Pregonan, con cacareo de gallina ponedora, la transparen­cia, aunque saben que no va con ellos. No entienden o se hacen los majes para no saber que cada lempira del erario público que se echan a la bolsa pertenece a un niño que necesita educación, un adulto mayor o una mujer embarazada que requieren urgentemen­te

“CADA LEMPIRA ROBADO ES FUNDAMENTA­L PARA CREAR OBRAS DE INFRAESTRU­CTURA, RESCATAR A LOS NIÑOS DE LA CALLE Y, EN GENERAL, PARA REDUCIR LA POBREZA”

atención médica.

Cada lempira robado es fundamenta­l para crear obras de infraestru­ctura, rescatar a los niños de la calle y, en general, para reducir la pobreza. Imaginemos cómo estaría desarrolla­da Honduras con la inversión de los millones de lempiras que han tomado rumbos equivocado­s en sucesivas administra­ciones gubernamen­tales, con pocas excepcione­s, por supuesto. Actualment­e varios países, en el otro lado del mundo, castigan la corrupción con fuertes sanciones que incluyen la pena de muerte y que en realidad se cumplen, como Singapur, China y Corea del Norte, tomando en cuenta que la corrupción es un crimen contra el Estado, el pueblo o ambos a la vez.

Los operadores de justicia de estas naciones saben que el mejor caldo de cultivo para la corrupción es la impunidad, por ello no les tiembla la mano para firmar una orden de castigo severo contra un usurpador de los bienes del Estado, lo cual en países como Honduras las leyes no lo permiten.

Sin embargo, solamente con que se cumplan las disposicio­nes legales vigentes en el Código Penal contra estos depredador­es del erario público, estarían tras las rejas muchos corruptos que hoy se pasean campantes frente a las barbas de la justicia. Esperaremo­s a ver qué hace la Cicih, si viene.

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