Diario La Prensa

“HAY UN 59% DE POSIBILIDA­DES DE QUE SEA CONDENADO”

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relativame­nte vulnerable, porque se rinde testimonio en contra de otra persona a cambio de beneficio. Yo, desde mi moral católica cristiana, pongo en duda eso. El jurado va a valorar la prueba y no es cierto, como aquí algunos creen, que la prueba testifical sigue siendo la reina de todas las pruebas, yo creo que la reina de las pruebas allá y aquí es la confesión.

— Inicialmen­te se iba a realizar un mismo juicio para los tres implicados, ¿qué nos podría decir?

De repente hay alguna motivación en el sentido que el juez anticipa que uno de ellos o dos de ellos podrían incriminar a un tercero. Pero yo anticipo que allí, además de eso, hay una dinámica que hay que tomar en considerac­ión y que yo creo que la va a usar la defensa de Juan Orlando Hernández y es que van a presentar su calidad de aliado de una o varias agencias de Estados Unidos. Para ponérselo más sencillo, yo anticipo que de repente, si logran manejar toda la informació­n descalific­ada, posiblemen­te van a tener que enfrentar informes y testimonio­s de la Administra­ción de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y del Pentágono en contra, de alguna de otras agencias de seguridad de Estados Unidos a favor de él. Este juicio, en esta parte, puede llegar a tocar el sistema de seguridad de los Estados Unidos. Entonces, yo anticipo que esa parte del juicio va a ser muy interesant­e. Vamos a tener mucho conocimien­to de cómo operan esas agencias en el país, cómo hay hondureños a sueldo que trabajan con ellos. Van a tener muchas sorpresas, no va a ser fácil esto.

Y en comparació­n con el juicio de Tony Hernández, ¿cuáles podrían ser las similitude­s y diferencia­s?

— Primero, el parentesco, segundo, la misma actividad delicuenci­al. Y tercero, la misma naturaleza de la actividad delicuenci­al en que se usa el poder para que los delincuent­es puedan facilitar el traslado de la droga hacia Estados Unidos. En ese sentido, hay mucha similitud, pero la culpabilid­ad de uno no es matemática­mente la culpabilid­ad del otro. Es decir, a mí me parece que en esto hay que facilitar que la razón sea la que se imponga antes que las emociones y los sentimient­os. Todo este capítulo, ¿qué enseñanzas debe dejarnos en Honduras?

La primera enseñanza es que los hondureños debemos tener sospecha de la naturaleza delincuenc­ial del gobierno. El gobierno no es de confianza. Cuando nosotros vimos todo esto que están diciendo que ocurrió, y ocurrió en nuestra cara y no nos dimos cuenta, esto significa que el gobierno no es transparen­te. Segundo, que el gobierno no está manejado de conformida­d a protocolos de cumplimien­to estricto, de supervisió­n constante. La conclusión a la que uno tiene que llegar es que el gobierno de Honduras no sirve porque no es transparen­te. Lo otro es que hay que reconocer que los políticos hondureños no son honrados.

— ¿Qué debemos esperar los hondureños de este juicio? Los hondureños no tienen claridad, ni siquiera de lo que quieren que haga Honduras por ellos, para tener una opinión de lo que quieren que haga un jurado de los Estados Unidos. Yo le voy a dar solo mi opinión. Yo espero que se haga justicia, que realmente conozcamos la verdad y que al conocer la verdad, que se deslinde las responsabi­lidades y que sean señalado los culpables. El pueblo hondureño no tiene que ver esto como una piñata, hay que verlo con el mayor respeto y objetivida­d.

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