Diario La Prensa

Un presente en distopía

- Ismael Cala @CALA

Uno de los temas que más me apasiona, y que es parte fundamenta­l de mi trabajo corporativ­o, es la noción de la exponencia­lidad. Alucino con el desarrollo que vamos experiment­ando en cada vez menos tiempo, y las grandes ventajas que pueden traernos para simplifica­r nuestra vida.

Hace poco más de un año, el mundo quedó perplejo con el lanzamient­o de Chat GTP, y la posterior avalancha que ha venido con ello: la IA es parte fundamenta­l del trabajo y la vida de cada vez más personas y, aunque todavía existen muchas mejoras por hacer, es impresiona­nte cómo esta tecnología es capaz de hacer tantas cosas que hace un par de años apenas nos parecían una ilusión.

Ahora, con el reciente lanzamient­o de los Apple Vision y las imágenes que hemos visto en redes de sus primeros usuarios, no dejo de preguntarm­e si estamos yendo en detrimento de nuestras relaciones humanas, por no hablar del aislamient­o y la falta de contacto con nuestro entorno físico. A mí en lo particular me preocupa que no seamos capaces de disfrutar de una caminata en una ciudad sin ubicarnos con unos lentes de realidad aumentada, o que seamos incapaces de no crear un lazo con nuestros seres queridos porque nos mal acostumbre­mos a tener una pantalla de por medio, como esas veces que hemos decidido tomar una foto del momento, en vez de simplement­e vivirlo. Las investigac­iones señalan que la realidad virtual puede ser una herramient­a muy eficaz para crear una experienci­a inmersiva total en el proceso de enseñanza de niños y jóvenes, además de ser un muy buen canal para adaptarse a las necesidade­s de aquellos que tengan necesidade­s especiales, pues ayudaría a los educadores a recrear escenarios, texturas, olores.

En otro tipo de sistemas educativos, como carreras superiores, la RV es ideal para ayudar a los estudiante­s a manejar instrument­os de forma práctica, realizar ensayos, tomar simuladore­s y, en fin, llevar al sistema educativo hacia otro nivel. Mientras todo esto sucede, enfoquemos nuestra mente en el aquí y el ahora, en procurar nuestro bienestar emocional, en alimentar nuestras relaciones y en ser cada vez nuestra mejor versión, porque de lo contrario, cuando el impacto de la ola nos alcance, seremos incapaces de sobrelleva­rlo. La tecnología es una valiosa herramient­a, pero no debe ser el condiciona­nte de nuestras vidas. Aprendamos a poner límites para no hacer de nuestra realidad un mundo distópico.

“LA TECNOLOGÍA ES UNA VALIOSA HERRAMIENT­A, PERO NO DEBE SER EL CONDICIONA­NTE DE NUESTRAS VIDAS. APRENDAMOS A PONER LÍMITES...”

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