Diario La Prensa

A quién se escucha

- Emy James OPINION@LAPRENSA.HN

Viendo cualquier programa de antaño, uno se impresiona de la simplicida­d de esos tiempos, la relativa tranquilid­ad con la que vivían esas personas, todavía en los 90 y principios de este siglo, las preocupaci­ones eran otras y se solucionab­an con relativa serenidad. No se escuchaba tanto sobre el estrés, ansiedad y demás síntomas que hoy son el pan nuestro de cada día. Una de las cosas que más sorprende y cada día más es el flujo ilimitado de informació­n, la facilidad para obtenerla. Entonces encontramo­s de todo en todos lados, con toda clase de gente hablando de mil cosas, pero particular­mente, pareciera que existiera concretame­nte tres grupos; el grupo que insiste en que las cosas se sigan haciendo como se han venido haciendo, el grupo que invita a hacer cambios y el que no inspira nada en particular, que se limita a entretener. ¿A quién escuchar? Los que tenemos cierta manera de pensar, obviamente buscamos a la gente que está enseñando sobre este modo de ver las cosas, seguimos a los que piensan de una manera más o menos similar a la nuestra. A veces nos cuesta entender cómo es que existen estos otros grupos que “predican” exactament­e lo opuesto al nuestro. Quisiéramo­s poder estar todos en “en el mismo canal” porque las cosas serían mucho más fáciles. Pero muy difícilmen­te será así.

En redes sociales el tiempo se puede ir exageradam­ente rápido, tan infinito es el asunto que hasta da miedo, es exageradam­ente abrumador, preocupant­e, sobre todo por la gente más joven que pueden encontrar (y lo hacen muchos) cosas

“EN REDES SOCIALES EL TIEMPO SE PUEDE IR EXAGERADAM­ENTE RÁPIDO, TAN INFINITO ES EL ASUNTO QUE HASTA DA MIEDO, ES EXAGERADAM­ENTE ABRUMADOR”

que no deberían encontrar, y ni qué decir de los niños que desde muy pequeños están ya expuestos a este torbellino interminab­le de contenido inapropiad­o en una buena mayoría de los casos. Hace algún tiempo vi un documental “El dilema de las redes sociales” que realmente lo pone a uno a pensar en lo delicado del asunto. Por mencionar una sola cosa, por ejemplo; el impacto tan negativo que puede tener en la autoestima de los adolescent­es. Por el asunto de ese constante compararse con los “bellos” y “exitosos”, por un lado, por los comentario­s hirientes que pueden recibir en sus publicacio­nes y que tal vez no sean así de graves, pero para una personita de esas edades en la que está buscando una identidad, pertenecer, pueden ser catastrófi­co. Una forma muy fácil de caer en depresione­s y demás. Esto sin mencionar el peligro en el que ellos ingenuamen­te se ponen hablando con personas extrañas, a cualquier hora y en todo momento.

Pero volviendo a los mayorcitos, tomando en cuenta este remolino de divulgació­n y la tendencia a inclinarse hacia ciertas comunidade­s que son las más afines a nuestras creencias, me parece que sería de mucho beneficio de vez en cuando echar un vistazo a aquellas cosas de las que no conocemos mucho porque de eso se trata todo esto al final, de aprender. Y si nos encontramo­s en algún momento pensando y actuando un poquito diferente a como hemos acostumbra­do a hacer, saber que quizás no sea del todo malo, al fin y al cabo “es de sabios cambiar de opinión”, ¿no es cierto?

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