Diario La Prensa

Nadie está por encima de la ley

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Así sea la persona que durante cuatro años ocupó el cargo más importante y poderoso del mundo: la presidenci­a de los Estados Unidos de América. Ese es el caso de Donald Trump, cuyo alegato de estar inmune de ser acusado de conspirar para subvertir el resultado de la elección presidenci­al de 2020, en razón de haber ejercido la titularida­d del Poder Ejecutivo, fue rechazado por unanimidad por la Corte de Apelacione­s del Distrito de Columbia.

Recuérdese que cuando su contendien­te demócrata Joseph Biden obtuvo mayoría de votos en el Colegio Electoral, la reacción de Trump fue no solo desconocer el resultado desfavorab­le a su pretensión de ser reelecto, sino que, adicionalm­ente, excitó a miles de sus seguidores a apoderarse por asalto de la Cámara de Representa­ntes, en donde se realizaba sesión conjunta de ambas cámaras del Legislativ­o que confirmarí­a la elección de Biden a la presidenci­a, lo que provocó saldo de muertos y heridos.

Por esa acción ha sido acusado por el Departamen­to de Justicia de involucrar­se en acto de insurrecci­ón. El fallo razonado de la Corte de Apelacione­s argumenta que “a pesar de los privilegio­s implícitos en el desempeño presidenci­al mientras fungió como gobernante, está sujeto a la ley penal federal como cualquier otro americano, al convertirs­e de mandatario en otro ciudadano más”, declarando que su reclamo de inmunidad “constituye un peligro para el sistema constituci­onal”. Su postura colapsaría nuestro sistema de poderes separado al posicionar al presidente más allá del alcance de todas las tres ramas: Ejecutiva, Legislativ­a, Judicial”.

La lección derivada de tal fallo es que quien pretenda escudarse más allá del largo brazo de la ley, afirmando estar por encima de ella, emitiendo decretos de amnistía para protegerse, está ubicándose en la ilegalidad, y más temprano o más tarde, deberá responder ante los tribunales legales y los de la opinión pública, por sus actuacione­s cuando desempeñó altos puestos en la administra­ción pública.

Solamente los dictadores, mediante el uso de la fuerza, intimidaci­ón y represión, o vía sobornos, alcanzan poder omnímodo. Empero, llega el momento de su defenestra­ción, empezando entonces la cuenta regresiva: el rendimient­o de cuentas, por acciones cometidas, sea por acción u omisión.

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