Diario La Prensa

Estamos en Cuaresma

- Henry Asterio Rodríguez OPINION@LAPRENSA.HN

El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma en la liturgia cristiana católica, un período de cuarenta días de penitencia y reflexión que culmina en la celebració­n de la Pascua. Esta festividad, profundame­nte arraigada en la tradición religiosa de nuestra iglesia, tiene una rica historia y simbolismo que ha perdurado a lo largo de los siglos. Su origen se remonta a los primeros siglos del cristianis­mo.

La costumbre de la imposición de ceniza se inspira en antiguas tradicione­s judías y en las prácticas de penitencia descritas en el Antiguo Testamento (Num19, 1-10; 2 Sam 13, 19; Est 4,1;Dan 9, 3). En la Iglesia primitiva, los penitentes imitaban estas costumbres, cubriéndos­e de ceniza y vistiendo saco como señal de arrepentim­iento y humildad.

El gesto de la imposición de ceniza durante la liturgia del miércoles simboliza la mortalidad y la penitencia.

Al recibirla en la frente en forma de una cruz, los fieles expresan la conciencia de su propia mortalidad y de la necesidad de arrepentir­se de sus pecados con prontitud y sin tardanza. La frase que acompaña esta acción, “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”, subraya la fugacidad de la vida terrenal y la importanci­a de la reconcilia­ción con Dios.

Con este rito los cristianos católicos inauguramo­s un periodo de gracia que nos brinda la oportunida­d para profundiza­r nuestra relación con Dios, crecer en la fe y prepararno­s para la celebració­n de la semana mayor. Cada cristiano debe sentirse invitado a vivir estos cuarenta días como un período de renovación espiritual, dejando de lado las distraccio­nes del mundo, para recentrars­e en las realidades espiritual­es más profundas. Por medio de las prácticas del ayuno, la oración y la limosna, el creyente puede purificar su corazón de toda idolatría, reconcilia­rse con el Señor y renovar su compromiso de vivir una vida de amor, justicia y servicio. De acuerdo al papa Francisco, en su mensaje de cuaresma de este año 2024, el amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo.

Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independie­ntes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamient­o: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará”.

Que en este tiempo de Cuaresma, Dios nos conceda la gracia de la reflexión profunda, el arrepentim­iento sincero y la renovación del corazón. Y así, abiertos a su amor y misericord­ia, podamos celebrar la Pascua del Señor con alegría y renovado fervor. ¡Buen inicio de Cuaresma!

“EL GESTO DE LA IMPOSICIÓN DE CENIZA DURANTE LA LITURGIA DEL MIÉRCOLES SIMBOLIZA LA MORTALIDAD Y LA PENITENCIA”

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