Delito ambiental
En la parte alta de la cuenca del río Cangrejal, que cubre un área de 1,226 kilómetros cuadrados, con una longitud de 30 kilómetros, grupos depredadores fuertemente armados están desplazando a familias en la comunidad de Toncontín, asignada a la Cooperativa Agroforestal de dicho poblado, debidamente autorizadas por el Instituto de Conservación Forestal (ICF) para la explotación racional del bosque latifoliado en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Nombre de Dios, en donde se halla el imponente Pico Bonito, atracción turística que atrae a nacionales y extranjeros. Tales invasores han procedido a talar más de 40 manzanas cubiertas de árboles para convertirlas en pastizales para ganadería extensiva, acción similar a la que ocurre en la biosfera del río Plátano, en mayor escala y en donde además se han construido carreteras controladas por el narcotráfico, debiendo contarse con su autorización para poder ingresar y transitar. Las zonas taladas son también dedicadas al cultivo de arbustos de coca.
Ya el pasado año, el ICF, tras una supervisión “in situ” en la zona de Playa Venado, cuenca del Cangrejal, había detectado un corte ilegal de árboles, afectando más de doce manzanas de bosque, tres nacientes de agua y una quebrada que desembocan en el Cangrejal.
También en la cuenca del Cangrejal un particular ha vendido a una pareja extranjera un terreno aledaño a la poza de La Herradura, sitio hasta ahora de libre acceso para los visitantes.
Autoridades civiles y militares de La Ceiba, aparte de fiscales, se han apersonado en ambos sitios para la respectiva investigación y eventual deducción de responsabilidades. Tal iniciativa debe tener continuidad, de otra manera se continuarán perpetrando acciones ilícitas en dichas áreas poseedoras de incomparable belleza, a punto de ser dañada de manera irreversible.
Además de la creciente deforestación, que crea consecuencias negativas: pérdida de fuentes de agua, erosión de los suelos, contaminación ambiental, afectación en la calidad de vida, incremento de la pobreza, alteración del ciclo hidrológico -con ciclos de sequía e inundaciones-, impacto negativo en la salud, disminución y extinción de flora y fauna, los incendios forestales ya empezaron en distintos puntos del país con el alza en las temperaturas y la acción criminal de los pirómanos.
De no ponerse un alto a la depredación, Honduras va convirtiéndose inexorablemente en una nación de zonas áridas, erosionadas, para eventualmente transformarse en desérticas. Tal degradación ya ha afectado severamente a la zona sur, particularmente con la destrucción de manglares y humedales.